El español Francisco Camprodón Lafont nació el 4 de marzo de 1816 en Vich (o Vic, en catalán), una localidad de la provincia de Barcelona. Licenciado en Derecho, comenzó sus estudios en la Universidad de Cervera y los completó en Barcelona.
En su juventud logró superar una dura enfermedad y pudo enfocarse en sus actividades en el Partido Liberal. Por esta militancia, Camprodón tuvo que exiliarse en Cádiz.
Sus inicios en el mundo literario se dieron de manera algo tardía. En la década de 1850, gracias al impulso de su amigo el duque de Montpensier, publicó el poemario “Emociones”, que tuvo una buena recepción.
Instalado en Madrid, Camprodón luego se orientó a la dramaturgia, aunque continuó con su labor política (llegando a ser diputado por la Unión Liberal). “Flor de un día” y “Espinas de una flor” fueron dos obras que le valieron un gran reconocimiento. También sobresalió por su defensa de los derechos del autor, fomentando que los escritores no cedieran dichos derechos a los empresarios teatrales.
Camprodón, por otra parte, se destacó como libretista de zarzuela. “Marina”, “El diablo en el poder”, “Los diamantes de la corona”, “Jaque al Rey”, “Galatea”, “El dominó azul”, “Una vieja” y “El dictador” están entre sus principales creaciones. El vicense trabajó con músicos como Francisco Asenjo Barbieri, Emilio Arrieta, Nicolau Manent y Cristóbal Oudrid.
Luego de dedicar versos al militar y dirigente Juan Prim y de incursionar en el teatro costumbrista en catalán con “La Teta gallinaire” y “La Tornada del Titó” (en el marco del movimiento cultural conocido como la Renaixença), viajó a Cuba para desempeñarse en la Administración de Hacienda. Desde la isla caribeña colaboró con La Gresca, un periódico de su tierra natal.
Padre de cuatro hijos, Francisco Camprodón falleció el 15 de agosto de 1870 en La Habana, la capital cubana.
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