El mundo lo recuerda como Gérard de Nerval, pero el verdadero nombre del creador de obras como “Aurelia o El sueño y la vida”, “La mano encantada”, “Los iluminados” y “Canciones y leyendas de Valois” era Gérard Labrunie.
Este hombre, que sufrió a corta edad la pérdida de su madre (Marie Antoniette Marguerite Laurent), nació en la capital de Francia el 22 de mayo de 1808. Tras el fallecimiento de su progenitora, permaneció hasta 1814 en la campiña de Valois al cuidado de un tío abuelo.
Instalado en París, llevó una vida bohemia. Se vinculó con múltiples intelectuales, se desempeñó como aprendiz en una imprenta, dejó incompleta su formación en Medicina, fue ayudante de un notario, dio sus primeros pasos como traductor y se desarrolló como periodista, entre otras actividades que le permitieron ganar algo de dinero (aunque en ciertos momentos, según se cuenta, padeció serios problemas económicos y vivió en la miseria), conocer gente y acumular experiencia antes de destacarse como escritor.
Valiéndose del dinero que heredó de una de sus abuelas, el autor viajó a Italia en 1834 y visitó las ciudades de Roma, Nápoles y Florencia. Parte de ese capital le serviría también para fundar “Le Monde Dramatique”, una revista que nació en 1835 y fue vendida un año más tarde.
Bélgica, Alemania y Austria son los países que visita a mediados de la década de 1830. Por ese entonces, experimenta una profunda atracción por la cantante y actriz Jenny Colon y se interesa por la pianista Marie Pleyel.
Gérard de Nerval, quien en la última etapa de su existencia sufrió depresión, esquizofrenia, trastornos nerviosos y sonambulismo (problemas por los cuales fue varias veces internado en diversos centros psiquiátricos), se quitó la vida en París el 26 de enero de 1855. Sus restos descansan en el cementerio francés de Père-Lachaise.
Comentarios1
El 17 de marzo de 1947, desde el manicomio de Rodez, Antonin Artaud escribe un magnifico ensayo sobre Gérard de Nerval. La lucidez de sus escritos y la profundidad de su pensamiento nos remite a la eterna pregunta: ¿quiénes son los verdaderos desequilibrados, los grandes artistas o las multitudes alienadas por sus trabajos que forman de la sociedad respetable? Leamos atentamente a Nerval, Artaud, Van Gogh, A. Pizarnik, Virginia Woolf, Holderlin, Ezra Pound, entre otros y tal vez encontraremos la respuesta.
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