Giacomo Leopardi

Si la acumulación de nombres es sinónimo de alcurnia, resulta innegable que Giacomo Leopardi procede de una familia con estirpe. Este escritor italiano nació el 29 de junio de 1798 en la ciudad de Recanati como Giacomo Taldegardo Francesco di Sales Saverio Pietro Leopardi.

Pese a que creció en un palacio, Leopardi sufrió el empobrecimiento de su familia y las severas medidas de ahorro dispuestas por su madre. Su formación se desarrolló en un entorno conservador, con religiosos que se desempeñaron como preceptores para su crianza.

Su acercamiento a la religión por herencia familiar se interrumpió cuando comenzó a estudiar a los enciclopedistas, convirtiéndose finalmente en una persona atea. Antes de eso, los problemas de salud lo impulsaron a transformarse en un lector voraz y en un escritor precoz. Se dice que, a los 15 años de edad, ya había escrito ensayos y tragedias además de haber estudiado diversos idiomas, filosofía, astronomía e historia.

Su frágil salud pudo estar entre las causas que lo llevaron a desarrollar un fuerte pesimismo que se volcó en sus obras, de estilo romántico y clásico. «Idilios», «Discurso de un italiano sobre la poesía romántica», «Zibaldone de pensamientos», «Cantos», «Opúsculos morales» y «Paralipómenos de la Batracomiomaquia» son algunos de sus libros más reconocidos.

A lo largo de su vida, Leopardi residió en ciudades como Roma, Bolonia, Florencia y Milán. Su primer viaje estuvo motivado por un enojo con su padre, al descubrir que éste revisaba las cartas que intercambiaba con un pensador liberal.

El fallecimiento de Giacomo Leopardi tuvo lugar el 14 de junio de 1837 en el marco de la epidemia de cólera que afectó a la nación, cuando tenía apenas 38 años de edad. Vivió, en definitiva, menos de cuatro décadas, pero el tiempo le alcanzó para convertirse en un importante referente de la literatura italiana.