La ciudad italiana de Florencia fue, el 9 de enero de 1881, escenario del nacimiento de Giovanni Papini, un hombre que quedó en la historia de su país (y aún hoy es recordado a escala internacional) por sus valiosos aportes literarios.
Según se cuenta, este autor que a temprana edad comenzó a interesarse por la lectura perteneció a una familia de escasos recursos económicos. Autodidacta, Papini aprendió gran parte de todo lo que llegó a saber en las bibliotecas, donde leía toda clase de libros.
“El crepúsculo de los filósofos”, “Lo trágico cotidiano”, “El piloto ciego”, “La otra mitad” y “La vida de nadie” son algunas de las primeras obras que lanzó este intelectual que, tras años de cultivar un perfil ateo, se transformó en un ferviente católico.
A mediados de la década de 1930, el también responsable de “La experiencia futurista”, “Historia de Cristo”, “El saco del ogro”, “La piedra infernal”, “Gog”, “El libro Negro” y “El espía del mundo” consiguió en la Universidad de Bolonia la cátedra de Literatura Italiana aunque no llegó a asumir el cargo por dificultades de visión. En 1938, después de lanzar “Historia de la literatura italiana”, le ofrecieron ese mismo puesto en la Universidad de Florencia, pero tampoco llegó a ocuparlo.
Ya convertido en una figura capaz de atraer a lectores de diferentes nacionalidades, Giovanni Papini fue admitido como integrante de la Real Academia de Italia y, en 1939, empezó a presidir el Centro de Estudios Nacionales sobre el Renacimiento. También ocupó, a partir de marzo de 1942, la vicepresidencia de la Federación Europea de Escritores.
La última etapa de su vida transcurrió en el Convento Franciscano de Verna. El 8 de julio de 1956, el corazón de este intelectual que para ese entonces había perdido la voz y la visión y estaba paralítico, dejó de latir.
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