El 8 de octubre de 1921, la pareja conformada por Gabriela Guzmán Lazarte y el teniente coronel Gerónimo Sáenz Rivero recibió en la ciudad boliviana de La Paz a su heredero Jaime.
Este niño, que en su localidad natal fue alumno de la escuela Muñoz y del Instituto Americano, eligió dedicarse al mundo de las letras y para ello se instruyó desde muy joven.
Tras pasar una temporada estudiando en Alemania regresa a su país y, en 1941, comienza a trabajar en el Ministerio de Defensa y se suma al servicio secreto de la embajada estadounidense. Más tarde, se desempeñará en el Ministerio de Hacienda.
Sobre su vida personal, se sabe que en 1943 este escritor contrae matrimonio con una muchacha llamada Erika, quien en 1947 da a luz a Jourlaine, la única hija de la pareja. Madre e hija, en 1948, abandonarán a Jaime Sáenz para regresar de manera permanente a suelo alemán. También, señalan los estudiosos de su figura, es importante destacar que, durante más de una década, Sáenz experimentó adicción al alcohol.
“El escalpelo”, “Aniversario de una visión”, “Muerte por el tacto”, “Recorrer esta distancia”, “Vidas y Muertes”, “La piedra imán”, “Los papeles de Narciso Lima Acha” y “La noche” son parte de los títulos que permiten apreciar el talento literario de quien fuera también responsable de revistas como “Cornamusa” y “Vertical”, además de catedrático de Literatura Boliviana en la Universidad Mayor de San Andrés e impulsor de los “Talleres Krupp”, tal como han sido denominadas las veladas nocturnas que ofrecía en su hogar para compartir poemas, editar publicaciones literarias, disfrutar música y jugar a los dados con sus amigos.
El 16 de agosto de 1986, Jaime Sáenz encontró la muerte en la misma ciudad que lo vio nacer. Un día después, sus restos fueron llevados al cementerio general.
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