Los fanáticos de los relatos fantásticos y los lectores que disfrutan el género del terror encuentran en Jean Raymond Marie de Kremer (o Raymundus Joannes de Kremer) a un gran generador de obras dignas de ser disfrutadas en cualquier momento y lugar, ya que los buenos libros no pasan de moda y pueden cautivar a lectores de diversas generaciones y nacionalidades.
Este autor belga, más recordado a nivel general por su seudónimo Jean Ray (aunque también firmó textos con el alias de John Flanders), nació el 8 de julio de 1887 en la ciudad de Gante.
Según algunas versiones que en algún momento fueron desmentidas por los testimonios de otros investigadores, Jean fue un arriesgado aventurero que traficó alcohol y armas, pasó alrededor de dos décadas embarcado y cumplió dos años de prisión de los seis que establecía la condena que recibió por desfalco.
En su rol de creador de historias, enriqueció al mundo de las letras con propuestas que, con el paso de los años, fueron traducidas a diferentes idiomas. Su legado incluye títulos como “Malpertuis” (adaptado a la pantalla grande en la década del ’70), “Los cuentos del whisky”, “La callejuela tenebrosa”, “Las aguas infernales” (relato que forma parte de la serie de Harry Dickson, donde figuran además “El pulpo negro”, “El canto del vampiro”, “El extraño resplandor verde”, “La calle de la cabeza perdida”, “El templo de hierro”, “Han matado a Parkinson” y “Los espectros verdugos”, entre tantos otros textos) y “Los últimos cuentos de Canterbury”, por indicar algunos a modo de referencia.
La muerte de Jean Ray se produjo el 17 de septiembre de 1964 pero, como sucede con cada autor que parte de este mundo, su producción literaria permite que su espíritu sea eterno y renueve su esplendor cada vez que alguien lee un libro de su autoría.
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