La vida del mexicano Jorge Ibargüengoitia, cuyo espíritu se mantiene vivo a través de obras como «El viaje superficial», «El atentado», «Maten al león» y «Los relámpagos de agosto», comenzó en el estado de Guanajuato el 22 de enero de 1928.
La infancia de este escritor que supo desarrollar su propio estilo literario a base de humor y sarcasmo estuvo marcada por las presencias femeninas ya que su padre falleció pocos meses después de su nacimiento y fueron sus tías las que ayudaron en su crianza.
Esas damas deseaban ver a Jorge convertido en ingeniero, pero este mexicano optó por seguir sus propios sueños y fue por ello que resolvió abandonar Ingeniería faltándole sólo dos años para concluir la carrera y especializarse en Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde se formó bajo la tutela de Rodolfo Usigli.
Aunque tiempo después aceptó desempeñarse como profesor, Ibargüengoitia pretendía brillar a través de la escritura, una actividad que le dio múltiples satisfacciones y lo convirtió en una figura de renombre internacional.
«Estas ruinas que ves», «Las muertas», «Dos crímenes», «Los pasos de López», «La ley de Herodes y otros cuentos» y «Sálvese quien pueda» son, además de los mencionados líneas arriba, títulos que permiten apreciar las aptitudes literarias de quien fuera esposo de la pintora inglesa Joy Laville y becario de instituciones como el Centro Mexicano de Escritores y las fundaciones Rockefeller, Fairfield y Guggenheim.
Lamentablemente, el destino quiso que este destacado exponente de las letras mexicanas falleciera de forma trágica el 27 de noviembre de 1983 en un accidente aéreo que se produjo en el municipio español conocido como Mejorada del Campo y en el que también murieron los autores Manuel Scorza y Ángel Rama. Sus restos, desde ese entonces, descansan en el parque Antillón de Guanajuato.
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