El 8 de septiembre de 2016, las letras peruanas perdieron en Lima a José Antonio Bravo, escritor y crítico literario que, a lo largo de su extensa trayectoria, demostró talento para el ensayo, la poesía, la novela y la creación teatral.
Tarma fue la ciudad peruana que, en 1937, vio nacer a este hombre que se graduó como Doctor en Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, institución en la cual se lo reconoció como profesor emérito y donde estuvo al frente durante más de una década del Taller de Narrativa. Para ampliar sus conocimientos sobre Literatura y Lingüística, Bravo se formó y trabajó además en entidades educativas de Estados Unidos, Francia, España y México.
Dar clases en la Universidad Femenina del Sagrado Corazón (espacio donde se llevó a cabo su velatorio) y en la Pontificia Universidad Católica del Perú, en tanto, le permitieron sumar experiencia en el plano docente.
Como resultado de su interés y pasión por la escritura surgieron títulos como “Estructura en la narrativa”, “Barrio de Broncas”, “Un hotel para el otoño”, “A la hora del tiempo”, “Machiparo”, “La quimera y el éxtasis” y “Percanta. Memorias de un mirón de azoteas”, entre otros materiales que además de darle popularidad a escala internacional lo convirtieron en merecedor de distinciones como el Premio Nacional de Novela que recibió en 1973 y le permitieron, por ejemplo, ser finalista en 1996 del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.
Tras su fallecimiento, en honor a quien fuera asimismo fundador y director de una revista cultural denominada “Cielo Abierto” se llevó a cabo una mesa redonda organizada por la Casa de la Literatura Peruana para la cual fueron convocados sus colegas Guillermo Niño de Guzmán, Manuel Velázquez Rojas y Jorge Valenzuela Garcés, tal como en su momento informamos en Poemas del Alma.
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