La vida puede cambiar de un momento a otro por un golpe de suerte. Eso lo aprendió en su niñez el poeta peruano José Watanabe Varas, cuando su padre ganó la lotería y así su familia pudo empezar a progresar económicamente.
Watanabe nació el 17 de marzo de 1945 en el distrito de Laredo. Su progenitor, Harumu Watanabe Kawano, era japonés, mientras que su madre, Paula Varas Soto, era peruana. Ambos trabajaban en un ingenio del norte peruano hasta que Harumu logró acertar el número ganador de la lotería. Entonces se mudaron a Trujillo y José tuvo acceso a mejores oportunidades.
No pasó mucho tiempo hasta que Watanabe decidiera emigrar a Lima para estudiar arquitectura. Menos de dos años después, sin embargo, abandonó la formación universitaria para dedicarse exclusivamente a su pasión: la literatura.
Se dice que Watanabe era autodidacta. De su padre, por ejemplo, heredó el amor por los haikus. Su primer libro, titulado “Álbum de familia” y editado en 1971, le permitió recibir el galardón Poeta Joven del Perú, ganado en ocasiones anteriores por César Calvo, Javier Heraud y otros grandes de la literatura peruana.
Pasarían nada menos que dieciocho años hasta que Watanabe volvió a publicar. “El huso de la palabra” fue una confirmación de su talento y le permitió instalarse entre los autores más renombrados de su país. Hay que decir que, además de dedicarse a sus poemarios, Watanabe trabajó como dramaturgo y guionista de televisión y cine.
“El guardián del hielo” (una antología que obtuvo el Premio Lezama Lima), “Cosas del cuerpo”, “Banderas detrás de la niebla” y “La piedra alada” son otras de sus obras más destacadas.
El 25 de abril de 2007, a los 61 años de edad, José Watanabe murió como consecuencia de un cáncer y pasó a integrar el Olimpo de los principales autores que el Perú dio a lo largo de su historia.
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