Al escritor Juan Antonio Pérez-Bonalde Pereira, descendiente del matrimonio compuesto por Gregoria Pereira Rubín y Juan Antonio Pérez-Bonalde, se lo recuerda como uno de los máximos representantes de la poesía lírica de Venezuela.
Este hombre, que abrió sus ojos al mundo el 30 de enero de 1846 en Caracas, se mudó a Puerto Rico en 1861 junto a sus padres y hermanos con el objetivo de huir de la violencia venezolana. En ese nuevo país aprendió numerosos idiomas (entre ellos, italiano, alemán, portugués e inglés), conocimientos que le permitirían, décadas después, destacarse como traductor.
A su tierra natal regresó en 1864, año en el cual falleció su padre. Seis temporadas más tarde, a raíz de una guerra civil, abandonó su nación de manera voluntaria. Por ese entonces se instaló en Nueva York, donde consiguió empleo en una fábrica y dedicó parte de su tiempo a la escritura. En esa ciudad estadounidense recibió la lamentable confirmación de que su madre había perdido la vida.
“Estrofas”, “Ritmos”, “Vuelta a la Patria” y “El canto al Niágara” son algunas de las creaciones literarias de este autor que, en 1879, celebró su boda con Amanda Schoonmaker, mujer con quien traería al mundo a Flor, una niña que murió en 1883. Ese episodio traumático lo impulsó a elaborar un nuevo texto aunque, desde entonces, evitó publicar sus trabajos poéticos.
En 1888, con su salud debilitada por su adicción al alcohol y a los estupefacientes, Pérez Bonalde debió ser hospitalizado durante doce meses. Ya recuperado regresó a Venezuela y viajó a Bélgica, pero volvió a enfermarse y se vio obligado a retornar a su tierra natal.
La muerte de Juan Antonio Pérez Bonalde se produjo el 4 de octubre de 1892 en la localidad de La Guaira. Años después, los restos del escritor fueron trasladados al Panteón Nacional de Venezuela.
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