Al repasar la historia de la literatura guatemalteca aparecen figuras como Juana de Maldonado y Paz, quien además de dedicarse a la escritura decidió tomar los hábitos para llevar una vida religiosa.
Esta mujer, descendiente de la pareja conformada por Juan de Maldonado y Paz y Concepción Quintanilla, llegó al mundo en 1598. Cuentan que, a diferencia de otras muchachas de la época, ella, una bella e inteligente joven que quedó huérfana de madre a temprana edad, accedió a una muy buena educación vinculada al arte. Llegó a tener una admirable capilla privada, una biblioteca bien nutrida y la colección de instrumentos musicales más completa de su región, entre otros recursos.
El 27 de diciembre de 1619, años después de ingresar como novicia a la entidad ubicada en Santiago de los Caballeros de Guatemala que hoy se conoce con el nombre de Convento de la Concepción, tomó los votos definitivos como monja urbanista. En ese marco, pasó a ser conocida como Sor Juana de la Concepción.
Cuando su padre, en 1636, marchó a suelo mexicano para servir a la Corona española, ella comenzó a padecer serios problemas económicos, llegando a necesitar una pensión para hacerle frente a sus gastos. Décadas más tarde, de acuerdo a documentación relacionada a sus actividades, Juana de Maldonado fue abadesa hasta el año 1665. Por ese entonces, la mujer a la cual se le atribuye la autoría de varios poemas de contenido religioso y propuestas como “Entretenimiento en obsequio de la huida a Egipto” y “El ángel de los forasteros” ya evidenciaba problemas de salud.
Sobre su fallecimiento siempre existieron diversas versiones. Hubo quienes ubicaron su deceso en torno a 1638, mientras que otros investigadores creen que tuvo lugar en 1666. Para descubrir más datos sobre su figura, es posible consultar la obra titulada “La amada y perseguida Sor Juana de Maldonado y Paz” a cargo de Luz Méndez De La Vega.
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