El japonés Kenji Miyazawa, el primero de los descendientes que tuvo una pareja de excelente posición económica, fue profesor y mostró sus habilidades para la ejecución de instrumentos musicales, pero su figura se tornó inmortal gracias a la huella que dejó en la literatura infantil.
Este hombre que nació el 27 de agosto de 1896 en la ciudad de Hanamaki empezó a presenciar desde edad temprana las reuniones que organizaba su progenitor con pensadores budistas y monjes.
En 1909, Kenji debutó como creador de tankas y tres temporadas más tarde sus textos empezaron a ganar espacio en páginas de periódicos locales. Hacia 1918, este autor que en su juventud se volcó hacia el budismo nichiren tenía listos dos relatos para chicos. Por ese entonces, completó su formación en la Morioka Agriculture and Forestry College y adoptó un estilo de vida vegetariano.
Tras instalarse temporalmente en Tokio junto a su madre por problemas de salud de su hermana, retomó sus estudios. Además de conseguir empleo en una editorial, cultivar el arte musical y sumar experiencia como ingeniero, Miyazawa trabajó en la Escuela de Agricultura Hanamaki dando clases de Ciencia Agrícola.
En 1922, año en el cual sufrió el fallecimiento de su hermana Toshi, el escritor inició una colección poética. Al tiempo, lanzó dicha serie bajo el título de “Haru to Shura” y enriqueció su producción literaria con propuestas para los lectores más jóvenes.
“El tren nocturno de la Vía Láctea”, “La vida de Budori Gusko”, “La constelación de los cuervos y otros cuentos mágicos” y “El mesón con muchos pedidos y otros cuentos” son parte de los volúmenes que invitan a apreciar en castellano las aptitudes de Kenji para la escritura.
La muerte de este narrador y poeta que dio origen a la Sociedad-Rasuchijin con la idea de propiciar mejoras en la comunidad dedicada a la agricultura se produjo el 21 de septiembre de 1933.
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.