En noviembre de 2014, en Poemas del Alma ofrecimos detalles sobre el fallecimiento de Manoel de Barros, cuyo deceso dejó un vacío imposible de llenar en la poesía brasileña. Hoy, la idea es recordar la vida y obra de este exponente del campo de las letras para renovar el interés general por su figura y valorar su legado.
Manoel Wenceslau Leite de Barros, tal su nombre completo, llegó al mundo el 19 de diciembre de 1916 en Cuiabá, la capital del estado brasileño de Mato Grosso.
Tan fuerte era su pasión por la escritura que, a partir de 1937, no dejó de ampliar su producción literaria con libros de poesía que lo hicieron merecedor de numerosos galardones. La antología “Todo lo que no invento es falso”, además, le permitió obtener popularidad en suelo español, así como la traducción de sus obras poéticas al alemán y al francés lo ayudó a cautivar a lectores de otras nacionalidades.
“Compêndio para uso dos pássaros” (propuesta que en 1960 lo transformó en ganador del Premio Orlando Dantas), “Gramática expositiva do chão” (respaldado por el Premio Nacional de Poesías y el Premio de la Fundação Cultural do Distrito Federal), “O guardador de águas” (Premio Jabuti de Literatura), “Livro sobre nada” (Premio Nestlé de Poesía) y “Exercício de ser criança” (Premio de la Academia Brasileña de Letras y Premio Odilo Costa Filho) son parte de los títulos que, con los años, le han brindado a De Barros la posibilidad de mostrar sus habilidades artísticas y ser distinguido por ellas.
Lejos de quedar en el olvido tras su muerte, Manoel de Barros sigue presente en la memoria de quienes, alguna vez, lo conocieron o leyeron sus libros. La Universidade Católica Dom Bosco, por ejemplo, decidió conmemorar el centenario del nacimiento del escritor con una exposición bautizada como “Deslimite da Palavra”.
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