Margherita Sarfatti

Margherita Grassini llegó a ser una de las intelectuales más importantes de Italia por su adhesión al fascismo y su cercanía a Benito Mussolini. El mismo fascismo, sin embargo, la obligó a exiliarse de su tierra natal y llevó la tragedia a su familia.

Nacida el 8 de abril de 1880 en Venecia, Grassini se crió en el seno de una familia judía. De niña recibió educación particular en el palazzo de su familia, ubicado en el famoso Gran Canal, y pronto sintió atracción por las ideas del socialismo.

Cuando tenía 18 años, Margherita se marchó del palazzo para casarse con el abogado Cesare Sarfatti. A partir de entonces, adoptó el apellido de su esposo, con el cual firmaría sus textos.

Los Sarfatti se instalaron en Milán en 1902 y comenzaron a organizar salones artísticos. En la ciudad, Margherita colaboró con las publicaciones Aventi della Domenica y La difesa delle lavoratrici y se desempeñó como directora de los contenidos de arte del órgano del Partido Socialista Italiano, llamado Avanti!

Margherita Sarfatti conoció a Benito Mussolini en 1912 y, al poco tiempo, se convirtió en su amante. El vínculo entre ambos se extendió durante más de dos décadas y llevó a Sarfatti a ocupar lugares de privilegio en la Italia fascista.

Sarfatti adhirió al Manifiesto de los Intelectuales Fascistas, escribió para Il popolo d’Italia (diario fundado por Mussolini) y, tras enviudar en 1924, publicó una biografía sobre Il Duce. Este libro, conocido en nuestro idioma como “Dux” o “La vida de Benito Mussolini”, fue traducido a casi una veintena de lenguas y se convirtió en un éxito en buena parte del mundo.

Pese a su vínculo con Mussolini, el acercamiento del fascismo al nazismo y la implementación de leyes raciales en el territorio italiano obligaron a Sarfatti a exiliarse por su condición de judía. De este modo vivió en Uruguay (donde trabajó para El Diario) y Argentina, entablando contacto con Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo y otros escritores. Mientras tanto, en Europa, su hermana fue enviada a Auschwitz y murió en el campo de concentración.

Sarfatti recién regresó a su país en 1947, cuando el fascismo ya había caído. Desde entonces y hasta su muerte, acontecida el 30 de octubre de 1961, residió en el pequeño pueblo de Cavallasca, alejada del poder y de la vida pública.