Una de las primeras mujeres que se dedicó a la dramaturgia en Puerto Rico ha sido María Bibiana Benítez Batista, quien también quedó en la historia de su país como una de las pioneras del género poético. Vale la pena hacer un viaje al pasado a través de información biográfica a fin de ampliar conocimientos y saber qué legado dejó esta figura destacada del ámbito cultural.
La vida de esta autora se inició el 10 de diciembre de 1783 en la localidad de Aguadilla. Creció en una familia perteneciente a la clase media, con Juana Constanza Batista y Rodríguez y José Benítez y Bermúdez como progenitores.
En 1813, Bibiana se instaló en Luquillo, municipio en el cual desarrolló la mayor parte de su producción literaria. Según se advierte al repasar sus vivencias personales, a partir de 1826 se hizo cargo de su sobrina Alejandrina Benítez de Arce ya que su hermano Pedro y su cuñada fallecieron.
“La ninfa de Puerto Rico” se tituló la obra que, en 1832, marcó su debut como poeta. Después iría renovando el interés de críticos y lectores con propuestas como “Soneto”, “Diálogo alegórico” y “A la vejez”, entre otras.
La también creadora de la obra teatral “La cruz del morro” se mudó, hacia 1841, a Mayargüez, adoptando por ese entonces los seudónimos “Jíbaro de Mayargüés”, “Una mayagüezana”, “Una jibarita” y “La dama duende”. Desde 1856, en tanto, fijó su residencia en San Juan de Puerto Rico, donde se dedicó a publicar versos en múltiples revistas y periódicos.
María Bibiana Benítez aprovechó su extenso paso por este mundo para dejar una honda huella en materia cultural capaz de mantener viva su esencia eternamente. Cabe resaltar que esta escritora murió el 18 de abril de 1873 en la capital puertorriqueña. De querer descubrir más sobre ella conviene leer una publicación de María Arrillaga que salió a la luz bajo el título de “Los silencios de María Bibiana Benítez”.
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