El guatemalteco Máximo Soto Hall, un hombre que no solo se destacó en el campo de las letras sino que también forjó una gran carrera como diplomático, nació el 5 de julio de 1871 en Antigua Guatemala.
Su infancia estuvo marcada por una educación estricta por parte de su progenitora (en relación a sus raíces es importante señalar que su padre murió mientras él estaba en gestación) y por los contactos sociales, ya que en su hogar se convocaban las personalidades más ilustres de la esfera nacional.
En 1890, ya huérfano y habiendo completado su educación en el Instituto Nacional Central Para Varones, inició su camino tanto artístico como político. “Para ellas”, “Dijes y bronces”, “El ideal” y “Poemas y rimas” fueron resultado de la primera etapa como autor de quien llegó a desempeñarse en Madrid como secretario de la delegación guatemalteca.
En 1896, al trasladarse por razones laborales a Costa Rica (nación donde dirigió la Biblioteca Nacional), Máximo conoció a Julia Bonilla, a la cual se unió en matrimonio. Juntos tuvieron un descendiente pero la pareja no prosperó: una vez disuelto ese vínculo, Soto Hall celebró su boda con Amy Niles.
Este escritor que residió en Estados Unidos, Uruguay, Argentina y Venezuela, entre otros países, volvió a Guatemala en 1926 a fin de sumarse a la Sociedad de Geografía e Historia.
Escribir textos para revistas como “Pinceladas” y “Repertorio Americano”, haber fundado “El diario de Costa Rica”, colaborar con los llamados “Álbumes de Minerva” y haber editado “Libro Azul de Guatemala” y “El Guatemalteco” son otras actividades desarrolladas por el también responsable de “El problema”, “La sombra de la Casa Blanca”, “La niña de Guatemala”, “Los mayas” y “La divina reclusa”, por señalar otros libros de su producción.
El 31 de diciembre de 1943, Máximo Soto Hall encontró la muerte en la provincia argentina de Santa Fe.
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