Una gran cantidad de actividades desarrolló a lo largo de su vida el español Miguel Agustín Príncipe y Vidaud, a quien recordaremos en esta ocasión por la huella que dejó en el ámbito literario.
Este hombre que nació el 11 de octubre de 1811 en la localidad de Caspe, según se advierte al repasar sus vivencias personales y profesionales, se desempeñó en la Universidad de Zaragoza como catedrático de Literatura e Historia, ejerció como abogado, se licenció en Derecho Civil, sumó experiencia como periodista y dio muestras de habilidades para la dramaturgia, además de destacarse como poeta satírico.
Quien fuera uno de los impulsores del Instituto de España (donde presidió el sector de Literatura), aportó textos a medios como “Revista Científica y Literaria”, “El Tío Camorra”, “El Matritense” y “Semanario Pintoresco Español”. Asimismo, participó en la Junta de Teatros del Reino como secretario y se involucró como socio fundador en el inicio de múltiples entidades culturales.
“La Prensa”, “La Themis”, “El Entreacto” y “El Espectador” fueron otras publicaciones que tuvieron como redactor a este autor que, en ocasiones, firmó textos con los seudónimos Don Yo y Miraveque. Como director, en tanto, llevó adelante “El Gitano” y “El Moscardón”.
Al hacer foco en sus libros no se puede pasar por alto la existencia de propuestas como “Poesías ligeras, festivas y satíricas”, “Poesías serias” y “Fábulas en verso castellano”. En 1848, Miguel amplió su producción con “La casa de Pero-Hernández”, aunque no llegó a completar este relato. Para ese entonces ya había brindado evidencias de sus aptitudes para la creación teatral mediante el drama de carácter histórico “El conde Don Julián” y una comedia titulada “Periquillo entre ellos”.
El 18 de mayo de 1863, la muerte encontró en suelo madrileño a este prolífico exponente del mundo de las letras que logró dejar su impronta artística en el plano cultural de España.
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