El conde Auguste de La Ferronnays, luego del triunfo de la Revolución Francesa, emigró a Inglaterra con su esposa Marie-Charlotte-Albertine de Sourches de Montsoreau. Allí, el
12 de abril de 1808 nació su hija, Pauline Marie Armande Aglaé Ferron de La Ferronnays, quien se ganaría un lugar en la historia por mérito propio gracias a su talento literario.
Durante su infancia y juventud, Pauline vivió en diferentes ciudades debido a las mudanzas de sus padres. El conde de La Ferronnays logró retornar al territorio francés en 1814 gracias a su amigo el duque de Berri e ingresó a la corte de Carlos X. Más adelante fue nombrado embajador en San Petersburgo, donde la familia residió por ocho años. Fue entonces cuando lo designaron ministro de Relaciones Exteriores del rey Carlos X y regresó a Francia. En 1830, otro viaje por razones diplomáticas: esta vez el clan se instaló en Roma.
En este marco, Pauline creció rodeada de intelectuales y pensadores. Un crítico de arte la incentivó a escribir sobre sus vivencias e impresiones y así fue como la joven presentó su primer ensayo, centrado en su visita a las catacumbas romanas.
Cuando Carlos X fue derrocado, Auguste de La Ferronnays renunció a su cargo y se mudó con su familia a Nápoles. En dicha localidad Pauline entabló una relación sentimental con Augustus Denham Craven, con quien se casó en 1834 y dos años más tarde se instaló en Inglaterra.
Por las ocupaciones de Craven, la pareja viajó por Portugal, Bélgica y Alemania. A lo largo de los años, Pauline –quien pasó a ser conocida como Pauline Marie Armande Craven– publicó varios libros. Entre los textos que tuvieron traducción al castellano se encuentran “Relato de una hermana, recuerdos de familia” (que fue premiado por la Academia Francesa) y “La niña que dio una flor”. El 1 de abril de 1891, en París, se produjo su fallecimiento.
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