Habían pasado 24 días del mes de noviembre cuando, en 1882, se produjo en la ciudad española de Sevilla el nacimiento del escritor, traductor y crítico literario Rafael Cansinos Assens.
Tras el fallecimiento de su padre, a quien perdió durante su adolescencia, el autor se trasladó junto a su madre y hermanas a Madrid. En la capital de España maduró, se interesó por la literatura, frecuentó tertulias y resolvió alejarse del catolicismo inculcado por su madre para volcarse a la religión judía.
Poco después de instalarse en territorio madrileño, Cansinos Assens consigue que la publicación literaria “El Arte” le de espacio por primera vez a un cuento de su autoría. Con el tiempo llegarían las colaboraciones para la revista “Vida Nueva”, el periódico “El País” y otros medios.
“El candelabro de los siete brazos (salmos)”, de perfil modernista, apareció en 1914 y fue la primera obra que publicó este multifacético español que, a lo largo de su trayectoria, dirigió la revista “Cervantes”, probó suerte como periodista, publicó críticas literarias en “La Correspondencia de España” y sumó experiencia como traductor al trasladar al español propuestas del francés y el inglés.
“El divino fracaso”, “Salomé en la literatura”, “España y los judíos españoles”, “La encantadora”, “El eterno milagro”, “En la tierra florida”, “La copla andaluza”, “La huelga de los poetas” y “Las luminarias de Hanukah” son otros de los títulos que forman parte de la producción literaria de este intelectual que integró la Academia Sevillana de Buenas Letras, participó en la Academia Goethiana de Sao Paulo y que recibió distinciones como las Palmas Académicas de Francia y el Premio Chirel.
Rafael Cansinos Assens, quien dejó una huella imborrable en el mundo de las letras a través de sus aportes como ensayista, poeta y novelista, falleció en Madrid el 6 de julio de 1964.
Comentarios1
Rafael Cansinos, junto a Alfonso Reyes, ha sido uno de los grandes maestros de Borges. El autor de poema El Golem incluso fue a Jerusalén a estudiar la Cábala. Carlos Fuentes llegó a la conclusión de que fue merito de los intelectuales judíos si la lengua española quedó establecida como oficial por Alfonso X el sabio.
Definitivamente, alejarse del catolicismo para volcarse al hebraísmo es equivalente al suicidio físico en la España de los Reyes Católicos y al suicidio intelectual en la España moderna; digamos en casi toda Europa. Y tampoco es fortuito que los grandes innovadores de la literatura española, como Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Fray José de Sigüenza, Fernando Rojas, quedaran eclipsados. Unos por ser conversos y otros por admirar la cultura hebrea.
Juan Luis Vives tiene una estatua en la entrada de la Biblioteca Nacional aquí en Madrid, pero su familia fue quemada viva en la hoguera después que él huyera a Holanda. En una carta a Erasmus de Rotterdam ya había dicho: “El tiempo en que vivimos es difícil en extremo, y tanto que no podría decir cuál es más peligroso, si el hablar o el callar”. Después vino La Era de Franco.
Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.