Más de un centenar de novelas rosas, muchas de las cuales se tradujeron al menos a veinte lenguas, tuvieron reediciones e inspiraron adaptaciones teatrales y dentro del séptimo arte, aseguran el reconocimiento eterno de Rafael Pérez y Pérez, un autor que nació el 18 de septiembre de 1891 en el municipio español de Cuatretondeta.
Se lo recuerda en los libros como un aficionado a la historia que, gracias a “Las Germanías de Valencia”, ganó en 1909 su primer premio literario. Pese a que el anonimato lo perdió por su talento para la escritura, Rafael se dedicó a la docencia y, en la provincia de Sevilla, trabajó como inspector de primera enseñanza.
A los lectores de distintas generaciones los sedujo con series como “Los caballeros de Loyola” (compuesta por un título del mismo nombre y “La gloria de amar”), “Dos Españas” (en la cual, entre otras propuestas, aparecen “Juan Ignacio” y “De una España a otra”), “El valido del Rey” (una saga fundada en 1948) y “La eterna enamorada” (surgida en 1968). Para trasladar al papel los frutos de su imaginación, este español tuvo como instrumento aliado a una máquina de escribir Olivetti.
Antes y después de estas colecciones, Pérez y Pérez enriqueció al mundo de las letras con “El monasterio de la buena muerte”, “Los cien caballeros de Isabel la Católica”, “Al borde de la leyenda”, “La eterna historia y otras narraciones”, “El hombre del casco” y “La que se reía del amor”, entre muchos otros materiales de lectura.
Este novelista que llegó a superar los cinco millones de ejemplares vendidos encontró la muerte en su ciudad natal el 24 de abril de 1984. Hacia el final de su vida, un problema en una de sus piernas lo obligó a permanecer en reposo, sin la posibilidad de disfrutar los paseos que, hasta cuando su cuerpo se lo permitió, solía dar por la montaña.
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