La Academia Francesa, en sus más de tres siglos y medio de historia, ha contado entre sus miembros a varios de los más grandes escritores de la historia gala. Alexandre Dumas (hijo), Marguerite Yourcenar, Alphonse de Lamartine, Víctor Hugo, Charles Perrault, Jean de La Fontaine y Paul Valéry son apenas algunos de ellos.
Entre quienes ocuparon la Silla 30 de la Academia Francesa, se encuentra René François Nicolas Marie Bazin, un escritor, historiador y jurista nacido el 26 de diciembre de 1853 en la localidad de Angers.
Bazin estudió leyes en París y luego regresó a su ciudad natal para convertirse en docente de la universidad católica local, donde se doctoró. Sus primeros artículos periodísticos aparecieron en L’Etoile, en los cuales describía la vida en las provincias y en la zona rural francesa.
“Stephanette”, la primera novela de Bazin, apareció en 1883 como folletín. Un año más tarde, se editó como volumen único, al igual que “Ma tante Giron”. Esta última obra le otorgó un gran reconocimiento y le permitió lanzar otra novela como folletín, titulada “Une tache d’encre”, premiada por la Academia Francesa.
Bazin incrementó su producción literaria con novelas y libros de viaje como “Donatienne”, “Davidée Birot”, “Mémoires d’une vieille fille”, “De toute son âme”, “Madame Corentine” y “Les Oberlé”, entre otros libros.
Los historiadores afirman que fue Ludovic Halévy quien introdujo a Bazin en la Academia. Bazin ocupó su sillón desde 1903 hasta su fallecimiento, acontecido el 20 de julio de 1932 en la capital francesa. Ese mismo año, el sillón 30 de la Academia Francesa pasó a ser ocupado por Théodore Gosselin.
La obra de René Bazin se caracteriza por la defensa de las tradiciones y la religiosidad, en oposición al ateísmo y los movimientos revolucionarios. Bazin, Henri Bordeaux y Paul Bourget están entre los autores tradicionalistas más reconocidos de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del siglo XX en Francia.
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