¿Qué tienen en común el español José de Espronceda, el italiano Antonio Fogazzaro, el inglés Paul Scott, la estadounidense Flannery O’Connor y el chileno Rubén Azócar? Que todos, además de dedicarse a la literatura, nacieron un 25 de marzo. En el caso del autor sudamericano, su nacimiento se produjo en 1901 en la ciudad de Arauco (región del Bío-Bío).
Azócar asistió al Seminario de Concepción y luego se formó en Pedagogía, convirtiéndose en profesor de Estado. Además estudió Derecho pero no llegó a completar la carrera. En 1922 comenzó a trabajar como docente, labor que desarrolló durante mucho tiempo en el archipiélago de Chiloé.
La Alianza Francesa, la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile y el Liceo Miguel Luis Amunátegui son algunos de los establecimientos donde Azócar ejerció la docencia. De manera simultánea a su trabajo como profesor también incursionó en la actividad sindical y forjó una trayectoria en el universo literario.
En este sentido puede destacarse que el primer libro de Azócar fue publicado en 1920: se trata del poemario “Salterío lírico”. En el terreno de la poesía también presentó “La puerta” y “El cristal de mi lágrima”.
La obra más conocida de Azócar, de todos modos, es la novela “Gente en la isla”, que lanzó en 1938. Además de tener varias ediciones en Chile, este libro aclamado por los críticos y elogiado por Pablo Neruda se publicó en Argentina y en Uruguay.
Azócar también tuvo la oportunidad de viajar a diversos países americanos, como Cuba y México. Sobre su rol gremial, cabe destacar que presidió la Sociedad de Escritores de Chile (SECH) en varios periodos: uno de sus logros fue lograr que la institución tuviera sede propia.
Rubén Azócar, ganador del Premio de la Municipalidad de Santiago y del Premio de Novela Zig Zag, falleció el 9 de abril de 1965 en un hospital de la capital chilena, víctima de cáncer.
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