La literatura chilena, para ser más precisos la poesía de Chile, no fue la misma a partir de los aportes de Stella Díaz Varín. Esta mujer, a quien muchos recuerdan bajo la denominación de “La Colorina”, es recordada por su espíritu rebelde, su pose desafiante, su actitud provocadora y su excentricidad.
El realizador Fernando Guzzoni dirigió hace años un documental sobre la vida de la autora definida como la “poeta maldita” de las letras chilenas, mientras que Alejandro Jodorowsky alude a esta intelectual en el filme “Poesía sin fin”. Hoy, Poemas del Alma los invita a repasar (o a conocer) los aspectos más sobresalientes e interesantes de la vida y obra de Stella.
Su nacimiento tuvo lugar el 11 de agosto de 1926 en La Serena, en el marco de una familia perteneciente a la clase media.
La lectura la sedujo desde edad temprana y sus poemas no tardaron en aparecer en las páginas de diversos periódicos locales. A mediados de la década de 1940, además, tuvo oportunidad de leer una obra de su autoría frente al entonces presidente Gabriel González Videla.
En 1947 se instala en Santiago con la intención de formarse en Medicina y especializarse en Psiquiatría, pero no concluye sus estudios universitarios. Años más tarde, ya vinculada con importantes intelectuales de la época, se une sentimentalmente primero con Nicanor Parra (quien se inspira en ella para elaborar su poema denominado “La víbora”) y con Alejandro Jodorowsky después. La boda, de todas maneras, la celebró en 1950 con Luis Viveros Jacques, arquitecto con el cual tendría varios descendientes que fallecerían poco tiempo después del nacimiento.
“Razón de mi ser”, “Sinfonía del hombre fósil”, “Tiempo, medida imaginaria” y “Los dones previsibles” son parte de las propuestas que permiten apreciar las habilidades para la escritura de Stella Díaz Varín, autora que falleció en la capital de Chile el 13 de junio de 2006.
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