Los aportes literarios de Tommaso Landolfi han tenido un gran valor para las letras italianas, por eso en esta oportunidad Poemas del Alma ha querido recordar su vida y obra para que aquellos que aún no saben quién fue y qué hizo este hombre nacido el 9 de agosto de 1908 en la actual provincia de Frosinone puedan conocerlo.
Para enriquecer más el artículo y no limitar la información al nombre de sus obras, antes de repasar su trayectoria resaltaremos los detalles más relevantes de su infancia y juventud, además de citar referencias interesantes sobre sus logros a nivel personal.
Según se cuenta, Landolfi perteneció a una familia noble y creció sin el respaldo de su madre porque ella falleció cuando él era un niño de apenas dos años de edad. Su infancia transcurrió entre Pico Farnese (su localidad natal), Roma y la Toscana.
Ya en su juventud, asistió a universidades de Roma y Florencia. Se licenció en 1932 en Lengua y Literatura Rusa, con una tesis inspirada en la poetisa Anna Ajmátova.
Previo al lanzamiento de su volumen de relatos titulado «Dialogo dei massimi sistemi», este italiano fue colaborador de revistas como «Letteratura», «Campo di Marte», «L»�Europa Orientale» y «L»�Italia letteraria», por mencionar algunas.
Por ser opositor al régimen fascista, fue encarcelado durante un mes en Murate y recién logró reanudar sus tareas como escritor una vez que concluyó la Segunda Guerra Mundial.
«Relato de otoño», «Las solteronas», «La piedra lunar: Escenas de la vida provinciana» y «Un amor de nuestro tiempo» son otras propuestas que forman parte de la producción literaria de este hombre que también se dedicó a traducir obras de autores rusos y alemanes.
Tommaso Landolfi, pese a haberse mantenido por decisión propia lejos de los círculos intelectuales, logró ganarse la admiración de figuras como Eugenio Montale e Italo Calvino, así como también consiguió que su labor fuera distinguida en múltiples ocasiones.
La muerte de quien fuera ganador en 1975 del Premio Strega se produjo en Roma el 8 de julio de 1979. Décadas después de su fallecimiento, su hija Idolina se puso al frente de un proyecto de reedición de sus obras y, en 1996, se abrió el Centro de Estudios Landolfianos.
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