La vida del hispanista y escritor norteamericano Waldo David Frank comenzó en Nueva Jersey el 25 de agosto de 1889. Según testimonios de quienes conocieron a este intelectual o han estudiado en detalle su vida y obra, este integrante de una familia judía de buena posición económica evidenció desde muy temprana edad una gran inteligencia.
En su juventud, tras completar parte de su formación académica en Suiza, el autor obtuvo una licenciatura en la Universidad de Yale. En 1914, años antes de debutar oficialmente como novelista, Waldo se asoció como editor a la revista “The Seven Arts” y, a partir de entonces, no dejó de sumar experiencia como exponente del mundo de las letras.
A lo largo de su trayectoria, este estadounidense aportó numerosos textos al diario “New Yorker” (que firmaba con el seudónimo de ‘Search-light’), se desempeñó en “The New Republic” como editor, fue presidente del Primer Congreso de Escritores Americanos y presidió también la Liga de Escritores Americanos. También, según se advierte al repasar su carrera, fue colaborador de la revista “Sur”, fundada por su amiga argentina Victoria Ocampo, a quien tuvo oportunidad de conocer en el marco de una conferencia basada en la figura de Charles Chaplin.
“España virgen”, “El redescubrimiento de América”, “El hombre inoportuno”, “Fiesta”, “Los invasores” y “La isla profética: retrato de Cuba” son sólo algunos de los títulos que pertenecen a la interesante producción literaria de este escritor que, gracias a las múltiples traducciones que se hicieron de sus obras, aún cautiva desde las páginas de un libro a lectores de diversas nacionalidades.
Waldo Frank, quien supo interesarse por las religiones orientales y trabó amistad con intelectuales como el poeta estadounidense Harold Hart Crane y el crítico literario Gorham Munson, falleció el 9 de enero de 1967 en la misma nación que lo vio nacer.
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