Comenzaba la década de 1970 cuando, en la ciudad mexicana de Actopan, nació el escritor mexicano Yuri Herrera. Su formación fue amplia y bastante variada: cursó estudios de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un master en Creación Literaria en la Universidad de Texas – El Paso (UTEP) y un doctorado en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad de California en Berkeley.
Tenía apenas 21 años cuando un relato de su autoría fue incluido en la antología “Cuentistas de tierra adentro”. Recién en 2004 publicó su primer libro propio: la novela “Trabajos del reino”. Luego se sumarían un libro infantil (“¡Éste es mi nahual!”) y otra novela (“Señales que precederán al fin del mundo”).
Herrera también es colaborador de diversos periódicos y revistas, como Etcétera, El Financiero, Rio Grande Review y La Voz, y docente en la Universidad de Carolina del Norte y en la Universidad Iberoamericana. También edita una revista de contenidos literarios llamada El Perro.
El Premio Binacional de Novela Border of Words y el Premio Otras Voces, Otros Ámbitos son galardones que han reconocido el valor de los trabajos de Herrera. Más allá de estas distinciones, el autor ha logrado cosechar elogios de figuras como Elena Poniatowska (con quien compartió un taller literario).
A finales de 2012, Herrera publicó su tercera novela: “La transmigración de los cuerpos”. En una entrevista con Frente, el autor mencionó a Juan Rulfo, Daniel Sada, Josefina Vicens, Dashiell Hammett y Boris Vian entre sus influencias a la hora de escribir.
En otra charla, en este caso con la revista Eñe, Herrera sostiene que reflejar la realidad no sólo no es una “obligación” de la literatura, sino que es “imposible”. Por eso, sostiene el mexicano, lo que hacen los novelistas es “representar, reconstruir y añadir algo” a lo real. Estas expresiones resultan apropiadas para saber cómo entiende Herrera su faceta como novelista.
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