Vean ustedes, amigos míos, despreocupados lectores, cómo la naturaleza nos enseña cosas que en los libros no es posible encontrar. Observe, amiga, con cuánta alegría, estando la lluvia recién caída, las rosas y las orquídeas levantan los colores de sus polleras al viento.
El optimismo es en las flores, como la calentura en las hogazas de pan. De la podredumbre de cuanto serpentea en el fondo de ...
Esta es la bandera de la poesía, amigos poetas. Pensad en una tela blanca. ¿No es acaso como el papel, que blanco y elemental, aguarda los versos mejores de vuestro pensamiento?
Ahora, soñad un poco, porque bueno es soñar. ¿No se os presenta ante vuestros ojos una mariposa, toda vestida de vivos colores aunque desnuda? Ella, como la poesía misma, levanta vuelo, convirtiéndose ...
La mayor parte de mi vida viví rodeada de un clima de isla; clima tórrido en que se habla de frío frente a un pálido ensayo del invierno. En mi isla el clima es sinónimo de eterno verano; uno que entraña dos estaciones: la de la lluvia y la de la seca. El calor llega a ser tan sofocante que lo sofoca su propio suceder en el ...
Cuando era niña, muy niña, tenía yo una perra que se llamaba Laika, como aquella perrita callejera de Moscú, que fue enviada a la Luna, y ahora está, seguramente, con sus ojos abiertos, mirando fijamente las estrellas. Siempre he sentido amor hacia los animales, cual cualquier piba de siete u ocho años. ¿Cómo no quererlos, si nos hacen compañía, si nos dicen con su mirada ...
ESCRIVISIONES. María Eugenia Caseiro [17]
Continuación:
EL TRAYECTO DEL TIEMPO PERDIDO.
I. La Felicidad.
"El secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer lo que se hace. " León Tolstoi.
Todos tenemos etapas de gran creatividad y fecundidad, de optimismo; otras son apagadas; la vida parece carecer de todo atractivo y nos asalta el pesimismo a cada instante. Los ...
Ocurre que cuando alguien muere, la gente se muestra muy sorprendida y dice: ” ¡No me digas. Y murió así, tan repentinamente. Qué lástima, che!”. La muerte nos parece cosa de otros; no la tenemos agendada.
Obviamente, no tomamos las precauciones contra ella, por las mañanas, al salir a la calle y dirigirnos al trabajo.
Es lógico que no estemos “enterados” de que vamos a morir, pues ...