Cada año se reúnen en Córdoba para Cosmopoética autores de prestigio para celebrar uno de los festivales de poesía más importantes de España en lengua castellana. En una de las ciudades con más territorio declarado Patrimonio de la Humanidad, la poesía se abre paso por las calles.
La posada del potro es uno de esos sitios pintorescos e históricos en el que se llevan a cabo jornadas de lectura. En esta oportunidad el turno es de Josè Carlos Llop y Bruno Montané, dos reconocidos poetas de diferentes regiones: Mallorca y Chile, respectivamente.
En un marco de debate que contempla la poesía como efecto modificador decla historia, este acto se desarrolló de forma agradable e interesante.
En primer lugar se presentaron sus objetivos: «vamos a hablar con brevedad de la relación que se establece entre el escritor y la tradición y, posteriormente, con la cotidianidad, con su generación». Introdujo el moderador. A partir de esa consigna fu desarrollándose la conversación.
El escritor y su época
¿Cómo entienden la relación del escritor con la tradición literaria?
Toma la palabra Carlos Llop para expresar que considera que él y Bruno pertenecen a una generación que no se plegó a las tradiciones. En él las palabras parecen fluir con rapidez, como si tuviera ensayada desde hace tiempo la respuesta. Cuenta que en su caso particular, nació en una isla con dos lenguas fuertes (el castellano y el catalán) y donde además había una gran cantidad de turismo que traía a Mallorca a personas de diferentes partes del mundo. Con esta perspectiva tenía a su disposición varias tradiciones a las que aferrarse, pero fue justamente el tener esta amplitud de posibilidades lo que lo llevó a no apegarse a ninguna.
Asume a su vez la gran influencia que tuvo en él la poesía anglosajona; mucho más que la catalana o la española. Y concluyó diciendo que aunque no se ciñe a una tradición concreta, la poesía mediterránea sí le ha influenciado, aunque no la tradición poética española.
«Yo no tengo generación porque pertenezco a un grupo epigonal que se sintió interesada en la generación de los novísimos a la que añadimos el sexo y la música rock».
A continuación habla Bruno Montané. Es más pausado y parece pensar con detenimiento cada sílaba, como si le pesara el tener que pronunciarlas. Nos cuenta que abrazó la poesía en la adolescencia y que entonces la noción de tradición le parecía demasiado seria y poco atractiva. Entonces buscaba acercarse a emociones sensoriales intensas y por tanto seguir un camino más o menos auténtico. En lo que respecta a sus influencias, mencionó el grupo peruano Horazero y sobre todo a los poetas Jorge Pimentel y Enrique Veráztegui.
«La noción de tradición es algo muy sugestivo pero también muy pesante», concluye.
La escritura y la autenticidad
«Leyendo algunos poemas de Rilke dije: yo quiero vivir aquí».
Para Llop en la España de los años `70 la tradición olía a institucionalidad y por tanto, no era algo atractivo. Y la poesía aprendida en las escuelas era un aburrimiento porque carecía de la frescura y la urgencia de la buena literatura.
Nos cuenta que a leer a Rilke supo que podía reconocerse en el universo de la poesía. Se sintió capaz de palpar lo que había en la poesía; una forma nueva que adquiere el lenguaje y que no se parece en nada a otros géneros narrativos.
¿En qué momento un escritor establece en que tradición se siente reconocido y decide aferrarse a ella?
Llop opina que para tener una voz propia es fundamental crear tu propia tradición. Él creció en un doble margen que le permitió nutrirse de diferentes tipos de poesía y crear un universo propio. Al hallarse alejado de los centros culturales (aunque no le gusta llamarlos así) tuvo que «guisar, inventar y comer todo yo solo. Esto me ayudó a nutrirme y a crear mi propia tradición».
Bruno sonríe mientras dice que cree que la poesía cuestiona siempre el lenguaje y de ahí surge la propia tradición que siempre, indudablemente, se encuentra vinculada a la de los autores contemporáneos por vivir en la misma época.
«La tradición personal es el viaje que tú haces como alguien que está escribiendo el poema y a la vez convocando y encontrándose con los otros que hacen lo mismo que tú».
Y asegura también que si bien es una búsqueda se va dando de forma natural. En su caso la poesía de Rimbaud, de Neruda y de Cesar Vallejo fueron muy importantes. Fueron autores que le removieron y le llevaron a interesarse por la poesía. Pero cree que de ninguna manera es una búsqueda con intencionalidad, cada poeta va encontrando sus afinidades, en torno aquello que le remueve internamente. Así funciona.
Ambos concluyen diciendo que es importante mirar hacia atrás pero también estrechar lazos con los autores contemporáneos. Porque aunque escribir sea una tarea solitaria, se desarrolla en un contexto y «»sentir el arropamiento de nuestra época puede ser cálido», dice Montané. Y nuevamente sonríe al concluir «Que estemos aquí reunidos es la contemporaneidad».
Y me fui volando porque me esperaba Pablo García Casado para conversar sobre su último libro. ¡Pronto publicaré nuestra charla; estén atentos! Mientras tanto los invito a seguirnos en nuestras cuentas de Twitter, Pinterest y Facebook, donde iré actualizando todo lo referente a Córdoba y este fantástico encuentro de poesía que es Cosmopoética.
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