Cuentos clásicos

Como ya hemos señalado en más de una oportunidad, desde que comenzaron a aparecer los primeros textos que, sin duda, se convirtieron en un valioso testimonio de los orígenes de la literatura, varias obras consiguieron trascender más allá de su autor y se transformaron en clásicos.

Por supuesto, esta categorización no hace distinción de género ni de país: basta sólo con el reconocimiento atemporal e ilimitado para que un poema, un ensayo o incluso una novela sean considerados clásicos.

En el caso de los cuentos, por ejemplo, es posible agrupar dentro de esta clasificación a varias obras infantiles como «Caperucita roja», «La Cenicienta», «El gato con botas» y «Pinocho». También podemos mencionar a varios de los textos recopilados en «Las mil y una noches», tales como «Aladino y la lámpara maravillosa», «Simbad el marino» y «Alí Baba y los cuarenta ladrones».

¿Cómo dejar de mencionar en una nota sobre los cuentos clásicos al inolvidable «El Principito» de Antoine Saint-Exupéry o al terrorífico «La llamada de Cthulhu» de H.P. Lovecraft? «El Aleph» de Jorge Luis Borges, «La Metamorfosis» de Franz Kafka y «Casa tomada» de Julio Cortázar son otros de los cuentos que lograron hacer historia y se transformaron en referentes de la literatura universal.

Por supuesto, al hacer referencia a los clásicos del género resulta imposible no recordar varios trabajos de Edgar Allan Poe, tales como «El escarabajo de oro» (señalada por muchos como la gran obra maestra del talentoso escritor estadounidense), «El corazón delator», «El gato negro» y «La caída de la Casa Usher».

Este autor norteamericano está considerado como uno de los maestros en el arte de escribir cuentos (más allá de que también mostró su valor con poemas como «El cuervo»). Como pocos otros autores en la historia, Poe supo desplegar brillantes relatos en pocas líneas, logrando que muchos de sus textos se transformen en clásicos.