Antonio Lucas lleva unas gafas oscuras que se quita después de un rato y dejan a la intemperie unos ojos oscuros muy intensos. Hace no mucho escribió en la biografía de Annemarie Schwarzenbach que ‘viajar es mitad huir y mitad perseguir, y escribir es mitad confesión y mitad extravío‘. Este periodista cuyo trabajo expresa de forma impecable que se puede hacer del periodismo un buen género literario, como nos lo contaba en la primera parte de la entrevista, se confiesa apasionado de la escritura y de la vida que gira en torno a la redacción de un periódico. Habla sin pausas, parece saber hacia dónde se dirige y gesticula mucho. Me pregunto si esas gafas le ayudan a tomarse el tiempo necesario para ver y para escribir como Annemarie, con el deseo de habitar en ese punto en el que confesión y extravío se vuelven literatura.
P—Hace unos días leía una crítica sobre tu serie «Heterodoxas» en la que se hacía un análisis áspero sobre tu visión. ¿Qué te ha parecido?
R—Yo lo agradecí porque es una atención que ha tenido la mujer, se ha tomado un tiempo y una molestia en leer e interpretarme a su manera. Las críticas, siempre que sean constructivas, como en este caso, aunque no estés de acuerdo, son muy de agradecer porque alguien ha invertido su tiempo en algo tuyo con lo cual es generosidad por su parte, luego que estés de acuerdo o no…
P—Y en este caso ¿lo compartes? ¿No es un poco fuerte tildar de misógino a alguien que escribe en el 2015 sobre una mujer que vivió hace un par de siglos?
R—Hombre, no estoy de acuerdo porque claro que yo hablo de esas mujeres como lo que fueron en su momento y muchas de ellas fueron injustamente objeto en un mundo de hombres en el que sólo podían tener un cierto alcance vinculadas a los amoríos de un hombre o tal, pero no es verdad que todas sean tratadas desde un punto de vista misógino o sexista. De hecho, muchas de ellas no se sometieron realmente a ningún canon gesticular; sencillamente, les tocó un mundo en el que ellas eran menos visibles, pero en la invisibilidad hicieron una vida muy valiente, como Elsa von Freytag. Yo reflejo lo que hay. Además muchas de ellas fueron lesbianas o bisexuales e hicieron con su santo coño lo que quisieron, por lo cual ya resulta absurdo decir que las miro con cierto machismo.
P—Y muchas encontraron en su cuerpo el espacio para hacerse ver.
R—Claro, pero con una rebeldía tremenda y un riesgo absoluto. Gente que en un momento dado consiguió la libertad haciendo uso de la herramienta del cuerpo en dirección contraria a los preceptos de su momento. Y eso es muy fuerte en algunos momentos de la historia, en algunos países muy concretos, en algunos ambientes específicos. ¡Joder! Era un gesto rabiosamente radical.
P—¿Y la mirada? ¿Hay que observar desde nuestro tiempo o desde el tiempo en el que vive el personaje?
R—Yo tengo que hablar desde mi tiempo, con las herramientas del lenguaje que me da mi tiempo, pero sabiendo que voy a hablar de una mujer de otro siglo y que no puedo tratarla como si fuera una chica del siglo XX o una chica del 2015. Yo no puedo juzgar; o sea, no hay un juicio moral. Porque es como si yo ahora me pusiese a juzgar moralmente a un hombre del siglo XVII. ¿Cómo voy a juzgar eso? Si no existían muchísimos conceptos de ética, no existía ni el concepto de derechos humanos. Pienso que juzgar las actitudes de cierta gente en su vida, en su tiempo, con esa autoridad que te da el tener tres siglos más que él es una trampa enorme. Aunque claro está que lo que está mal está mal siempre, da igual que sea el hombre de las cavernas o que sea un hombre sofisticadísimo del siglo XXI.
P—Pero las herramientas y las posibilidades con las que uno cuenta…
R—Claro.. y el criterio que uno tiene para hacer daño o evitarlo en el siglo XV no es el mismo que tiene hoy. Es cierto que la del siglo XV era una sociedad machista y cabrona dentro de nuestros cánones porque era una sociedad muy injusta, pero habría que ver probablemente si tú estuvieras en el siglo XV cómo concebirías ese mundo y cómo formarías parte de él. Y probablemente hubo mucha gente que cometió errores muy fuertes pero no tenía horizontes para ver que las cosas eran de otro modo. Del mismo modo, dentro de varios siglos nosotros seremos vistos como unos gusanos asquerosos… Pero bueno, todo esto viene por la crítica de esa chica y yo le agradezco mucho el tiempo invertido y el interés.
P—Siguiendo con las heterodoxas. Me ha encantado la última, sobre Pizarnik. Es una persona que me interesa muchísimo, como poeta y como personaje…
R—Y a mí. Es una mujer que fue una llaga con patas. Lo que pasa es que a la Pizarnik hay que leerla en momentos concretos. Hay que prescribirse a la Pizarnik para leerla en los momentos buenos porque si no te desgarra.
P—¿Y cómo decides sobre quién escribir, a qué heterodoxa reseñar?
R—Algunas están muy claras. Son mujeres que siempre me han gustado mucho. Otras, por puro azar; hay una que te lleva a otra y esa a otra. Me he encontrado con Elsa von Freytag y ella me llevó a Carson McCullers, y ella a otra… porque he leído las memorias de una y de otra y te das cuenta que están vinculadas, o una admiraba a otra, o mantuvieron relaciones, o lo que sea. Otras veces, es gente que me dice ‘Oye tío ¿tú has pensado en esta mujer?‘ y si es una mujer que no conozco, entonces me pongo a investigar.
P—Y volviendo al periodismo. Con todo el auge de los blogs y esa tendencia actual de creer que cualquiera puede ser periodista, ¿qué opinas del estado del género periodístico?
R—Es verdad que las redes sociales democratizan mucho la capacidad de alcance que uno tiene con lo que escribe. Antes, hace 15 años, la gente escribía con una máquina de escribir o un ordenador pero los folios estaban en la mesa del escritorio. Ahora, ya todo el mundo puede difundir ideas, impresiones, criterios, juicios, noticias por un blog o por Twitter o Facebook. Pero eso no es periodismo exactamente. Es una herramienta de comunicación que te da para soltar lo que tu quieras, pero el periodismo requiere de una cierta voluntad de que lo que dices tenga un contraste con algo. Es decir, tiene que ser una noticia que esté contrastada, que no sea un rumor. A mí me interesan los blogs; hay gente que escribe blogs estupendos y hay cosas muy buenas en Internet. Yo los atiendo, los leo cuando puedo pero creo que eso no forma parte del periodismo periodismo, sino de algo que tiene que ver más con la comunicación, con la necesidad de compartir gustos o de compartir disgustos con la gente que está del otro lado de la pantalla. Pero me parece muy bien que existan. Cuanta más gente escriba, mejor. Esa cosa de que sólo pueden escribir informaciones o entrevistas los periodistas me parece una falacia; cuanta mas gente escriba, mejor. Cuanto más se escriba en las redes sociales, en las puertas de los cuartos de baño o en un papel, mejor. Yo estoy muy a favor de que todo el mundo escriba lo que le salga de los huevos.
P—¿Y no consideras que esto del periodismo ciudadano pueda afectar al buen periodismo? Por ejemplo, que alguien pueda presenciar un accidente, enviar una foto a un periódico…
R—Hombre, si el caso es que tú tienes la imagen, como tú has dado ese ejemplo que es muy bueno, de un accidente donde de repente dos trenes chocan y un señor que va en su coche para en el arcén de la carretera, se baja y tira fotos de esa historia, desde luego documento es, pero habrá que valorar si ese documento tiene realmente interés, si hiere la sensibilidad de alguien, si es puro morbo. Pero eso sí que es imparable: hoy un tío con un smartphone es un medio de comunicación con patas; desde un smartphone puede editorializar, lanzar una imagen, titularla, escribir un comentario… o sea, tiene la capacidad de ser un medio de comunicación en sí mismo. Y una vez que lanza aquello ya es imparable, ya encuentra una corriente que no puedes detener; y a veces, esa imagen, esa noticia, si tiene impacto, nos viene bien a los medios de comunicación porque nos es útil. Luego ya entran los criterios éticos de por qué se hace caso a una noticia en Twitter o en Facebook, por qué se hace caso a una foto y se publica en un medio, si es pertinente, si no es pertinente, si está traspasando unas líneas que yo creo que hay que tener muy claras. El periódico debe jerarquizar ya que hay una información tan salvaje debe discriminarse entre lo que es la imagen de un tío despanzurrado en el suelo (que no creo que le interese a nadie) o lo que es la imagen de un contexto concreto donde se puede ver un tren desventrado; y ese tren, por esa imagen, sí nos sirve para saber que el alcance de la tragedia va a ser muy grave. O sea, viendo el estado del tren imaginas que lo que hay dentro es carne picada. El periodismo debe ahora mismo ejercer no digo de juez pero sí de mediador entre una fuerza imparable que es la imagen de un acontecimiento y el saber que ese acontecimiento a lo mejor para los lectores no tiene tanto interés como morbo.
P—A modo de filtro.
R—Claro. Cuando sucedió lo del 11M en Madrid, fue espectacular. Imagínate la cantidad de fotos que llegaron: las primeras fueron tremendas. Y en los periódicos se hizo una política, yo creo que muy sensata en casi todos aunque algunos se pasaron de la raya. Ya sabemos la magnitud de la tragedia, ya sabemos el daño enorme que se ha provocado y la cantidad de víctimas que hay, lo que ya de por sí es impactante no lo vamos a incrementar con la foto. Y una de las mejores fotos que yo vi en aquellos momentos fue una foto impecable, que daba cuenta de la tragedia y no había ni un rastro de sangre. La hizo Carlos Barajas, se publicó en el diario el mundo y era una fotografía en la que aparecía un señor que era cadáver ya. Estaba sentado, le habían puesto su propia chaqueta por encima y tenía la carterita de ir a trabajar aquí. Era un señor sentado en un vagón, se veía un boquete en el vagón pero el señor estaba sentado. Y esa foto no reflejaba ni un ápice de sangre, ni un ápice de humo, ni un ápice de cara dramática, y a mí me pareció impecable. Demostraba que se puede hacer una grandísima fotografía en un momento de nervios y de incertidumbre absoluto como fue aquello, que sucedió de una manera tan inflamable, reflejando el alcance de ese drama sin dar cuenta de lo que ya sabemos que hay que son vísceras. En definitiva: periodismo ciudadano, no. Ciudadanos en el periodismo, todos.
P—Una buena síntesis.
R—Es que si no hay filtro, vale todo. Y si vale todo entonces ya no sabes qué es lo bueno y qué no es lo bueno y ya no puedes discriminar. Ya bastante somos perversos los medios de comunicación, lanzando informaciones a destajo y generando la sensación de que todo el mundo está muy bien informado cuando realmente está más desinformado que nunca, bastante ya tenemos que bregar con eso como para que encima ya acojamos o se acoja el periodismo a todo lo que cualquier ciudadano con un móvil podría hacer. Porque además tiene mucha trampa y mucho peligro. Tú imagínate que un día, tú vas por la calle, y ves a un ministro despidiéndose por la noche en el portal de una señora y le da dos besos. En el momento en el que esas dos personas se dan dos besos, según cojas el ángulo de la foto, parece que es algo más. Imagínate que eso te llega a una redacción y dices ‘¡Hostias!, el ministro no sé quién con una rubia en el portal de no sé dónde‘… Pero debes actuar con cautela. Llama a ese señor, pregúntale si él estaba a esa hora en ese sitio, porque también se le puede parecer… porque si tú la lanzas así a destajo has hecho un daño irreversible a un señor, a una familia, a una pareja… Sólo es un ejemplo de error en lo que se podría incurrir si uno tuviese el buzón abierto y sin jerarquías para todo lo que llega a un periódico. Tú imagínate que llegan tantas cosas cada día… y hay cosas tremendas. Hay cosas muy interesantes, cosas muy absurdas y también cosas muy locas. Por eso te digo que hay que llevar cuidado con el periodismo ciudadano. Además, si te das cuenta, las noticias importantes, realmente importantes, de algo que haya sucedido y que sea de interés público notable, no han surgido de blogs; habrá excepciones, que ahora no sabría decirte y que si nos ponemos a hurgar sacamos cinco o seis, pero todas las noticias importantes de algo que afecte a gente y que tenga un interés público salen inevitablemente de los periódicos.
P—Es que además, un ciudadano normal no tiene el ojo entrenado para saber dónde hay una noticia.
R—Claro.
P—¿Y tú eliges sobre qué escribir?
R—A veces sí y a veces no. Yo trabajo en la sección de cultura aunque escribo para todo el periódico. Elijo y me sugieren. En las columnas de opinión el tema siempre es mío, también elijo las series como la de la Heterodoxas, cada equis tiempo me invento una serie y voy lanzándola allí y eso me lo guiso y me lo como yo, sólo me pido la página, el día y que los jefes del periódico estén de acuerdo. Pero allí me tratan muy bien. Llevo 18 años allí, y esa es como mi casa. Yo empecé siendo un niño, un becario, y ahora imagínate de becario a columnista, a autor de series… a mí me han tratado muy bien, muy generosos siempre. Pero los temas de batalla del día que no son de firma, sino de periodista, pues me los dicen ellos. ‘Oye, queremos que hagas una entrevista a no sé quién, queremos que hagas este tema, que nos cubras esta historia o que tal‘. Hay, entonces, una combinación de libertad por un lado y de hacer lo que me piden por el otro. Y sigo siendo un redactor de base, nunca he querido ser jefe. En mi tarjeta del periódico pone «redactor», que es lo que yo he querido ser siempre. Yo no he querido ser ni redactor jefe ni jefe de sección, toda esa mandanga no va conmigo. Yo soy un zapador allí. Me siento en mi mesa, que está en medio de la redacción, al lado de mis compañeros, y escribo.
P—¿Con un horario fijo?
R—No. Yo entro cuando quiero. Si un día no voy no pasa nada. Hace ya dos años que no cumplo horarios. Ya había hecho mucha mili de editar, de corregir textos. De todas formas, suelo ir casi todos los días; a lo mejor voy un par de horas o tres, otro día me tiro ocho horas, depende de lo que tenga que hacer. Pero me gusta ir todos los días porque allí están mis amigos y me gusta estar en el periódico porque las redacciones son espacios muy vivos y tienen un punto así como de biosfera. Están todos los modelos de hombres y mujeres que imagines: guapos, feos, altos, bajos, rubios, morenos, negros, blancos. Y, sobre todo, está toda la idiosincrasia del ser humano metida allí: está el simpático, está el estúpido, está el inteligente autista, está el inteligente expansivo. La redacción de un periódico es un espacio que exponencialmente refleja muy bien a la sociedad, porque todo el mundo llega ahí con una misión pero después de muchas horas se transfieren ya los espacios laborales y se convierten en espacios personales. Se establecen vínculos humanos que reflejan muy bien en esa parcelita de espacio lo que es la vida. Hay una cosa muy adictiva en las redacciones. A mí me gusta ir porque también te enteras de muchas cosas; y los días que no vas parece que te has perdido algo. También son muy interesantes las reuniones en las redacciones en que se confecciona la portada, en por qué unos temas van en portada, en por qué se titulan así en por que no tiene portada ese día un tema que según ti debería tenerlo. Es decir, todo eso muestra los caprichos, las manías, las pasiones que también existen, principalmente en los periódicos. Es una amalgama muy singular. Esto es un veneno que se lleva dentro. Y además aquí aprendes mucho a estar con la gente y estableces lazos muy saludables con tus compañeros, sin peajes, simplemente porque compartes un espacio vital.
Foto Principal: Laura Rosal
Comentarios2
Cuando me recomendabas leer la segunda parte de la entevista de Antonio Lucas, no podía imaginar que sería tan interesante. No he leído nada de Heterodoxas, pero dudo que Antonio sea misógino. Todo lo que expone en la entrevista me parece muy sensato y de gran altura intelectual.
Felicidades por tan brillante entrevista, Tes. Un abrazo.
Gracias de nuevo, Rapsódico. Es complicado, creo, el tema de escribir sobre personas de otra época porque debes dar certeza a ideas con las que no comulgas y puede haber malas interpretaciones (como creo ocurrió con esta crítica). Me parecía interesante conocer la forma en la que Lucas encara este trabajo y me ha dado respuestas sensatísimas, qué duda cabe.
Te recomiendo mucho esta serie; en la misma entrevista he dejado un par de enlaces. ¡No tiene ninguna pérdida, te lo aseguro!
Un abrazo grande y muchísimas gracias por leerme y comentar. 🙂
Tes.
Tes: Me encantó la entrevista y cuando se escribe de personajes de épocas pretéricas hay que verlo desde la óptica de su tiempo, no del nuestro,pero concuerdo con él que todo el mundo debe escribir.
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