El autor mexicano Luis Antonio Rincón García ganó, tiempo atrás, el XII Premio Nacional de Literatura para Jóvenes Fenal-Norma gracias a “El sueño del cóndor”. Sobre esta obra y diversas cuestiones vinculadas a su actividad literaria se explayó el escritor al responder el cuestionario breve de Poemas del Alma.
Niños, adolescentes y adultos disfrutan, gracias a las historias de Luis Antonio, momentos entretenidos que estimulan su imaginación y les dejan enseñanzas, por eso resulta interesante hacer foco en su figura y tener en cuenta su producción.
“Las raíces de la ceiba”, “Perseo TS”, “El valle del aquelarre”, “Kayum Mapache”, “El hechizo más poderoso”, “Canción de cuerdas rotas” y “El periplo sagrado” son algunos de los libros que permiten apreciar sus habilidades para la escritura. Aquellos que deseen mantenerse en contacto con este creador de cuentos y novelas tienen la posibilidad de visitar su sitio web o seguirlo tanto por Twitter como por Facebook.
– ¿Cómo surgió, bajo qué inspiración y con qué motivación, “El sueño del cóndor”?
– Fue resultado de una mezcla de vivencias, entre ellas, mi estancia por dos años en Argentina, las charlas con un amigo sobre los pueblos alejados de la modernidad, y una gran duda: ¿Cómo contar que alguien vuela y que esto sea creíble?
– Tu hijo esperó ansioso la llegada de “Te amo mil” y quiso pagarte por un ejemplar autografiado. ¿Cuál es la mayor enseñanza que te ha dado tu pequeño gran crítico a nivel literario?
– Es un niño que se niega a leerme. Pocos escritos míos lo convencen. Alcanzar su gusto se ha convertido en un reto. Curiosamente, “Te amo mil” es una historia para jóvenes, pero él escuchó/vivió cómo se iba construyendo. Quizá por eso la sintió un poco suya y quiso tenerla.
– ¿Qué es lo más gratificante de dedicarte a la literatura infantil y juvenil? ¿Y lo más complejo?
– Lo más complejo es escribir una historia desde la mirada de un niño o una niña, claro, echando mano de la experiencia que he adquirido en la vida y también como escritor. Lo más gratificante es escuchar un “no podía dejar de leerte” o “leía despacito, para que no se terminara”.
– Al comparar los libros que marcaron tu infancia con los relatos que desarrollas para los niños del presente, ¿qué diferencias y puntos en común encuentras?
– No he alcanzado el nivel narrativo de maestros como Kipling, Melville o James Cooper, sin embargo, tengo en común con ellos la aspiración de envolver a los lectores en la atmósfera de nuestras historias, y las ganas, las enormes ganas, de sustraerlos de su realidad.
– Como escritor, ¿cuál es el sueño que anhelas ver convertido en realidad?
– Escribir una obra que 20 años después me siga atrapando como lector. No por soberbia, sino que me reconozco como uno de mis críticos más feroces: un escrito que hoy me encanta, meses después me resulta limitado. Es encantadora la idea de llegar a tener esa historia en mis manos.
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