La sección semanal de entrevistas breves a escritores que se volvió un clásico de Poemas del Alma se enriquece en esta ocasión con las respuestas de Elaine Vilar Madruga, una cubana que está haciendo un gran trabajo dentro del ámbito literario.
Esta autora que tiene en su haber títulos como “El cielo de la selva”, “La tiranía de las moscas” y “Fragmentos de la tierra rota”, entre otros, pasó recientemente por la Feria Internacional del Libro de Guayaquil y por la Feria Internacional del Libro de Monterrey. Su agenda, por fortuna, se mantiene cargada de oportunidades que le permiten seguir acumulando experiencia y dándole visibilidad a su producción estando cerca de colegas y aficionados a la lectura.
El presente la encuentra en Casa Tomada (México) al frente de un taller presencial centrado en la creación tanto de personajes como de identidades discursivas. Dentro de unos días, además, (específicamente el 21 de octubre), Elaine participará en un conversatorio denominado “Letras y Naturaleza. La ficción al servicio del medio ambiente” organizado por la Cátedra Carlos Fuentes.
Quienes deseen saber más sobre esta escritora e intercambiar mensajes con ella pueden seguirla en X, red social donde es leída por más de 2.300 usuarios.
– ¿Cómo, y de qué modo o por qué, nació tu interés por la escritura?
– De niña, jugaba con las palabras. Con el tiempo, ese juego se hizo cada vez más serio y trascendente. El amor por los libros también me acompañó siempre, a modo de herencia familiar. De alguna manera, creo que llegar a la escritura era un resultado lógico de mi curiosidad.
– ¿Con qué certezas, y con qué incertidumbres, sueles enfrentarte al iniciar la elaboración de un texto?
– Mi única certeza es que la escritura debe ser un viaje fiero, un cuchillo afilado, un objeto que al contemplarlo nos haga arder la vista. Las incertidumbres pueden ser varias (dependen del ADN del libro en cuestión), no lucho contra ellas. Es sana la zozobra en la escritura.
– ¿Qué enseñanzas o aprendizajes sientes que te ha dejado el desarrollo de “El cielo de la selva”?
– La novela es un círculo (infernal, del purgatorio o del paraíso), y para dibujar ese círculo con palabras tuve que afinar habilidades técnicas relacionadas con la construcción de la historia. Además, el libro me enseñó a temerle a mis propias criaturas literarias. Y a sus furias.
– ¿Cuáles fueron los obstáculos que debiste enfrentar durante la creación de “La tiranía de las moscas”? ¿A qué recursos apelaste para dar lo mejor de ti en esa obra?
– Como recurso, intenté trabajar en esta novela con la verdad y con la Historia. Me interesaba escribir un texto que nos obligara a contemplar críticamente la Historia. El obstáculo principal fue siempre el temor de que la novela tuviera solo una lectura geográfica, y nada más.
– ¿Qué buscas generar en los lectores a través de tu producción literaria y cómo trabajas para cumplir el efecto deseado?
– Quiero que mi literatura se sienta, se huela, friccione pieles y lenguas, en definitiva, que esté viva y palpite, y todo esto intento conseguirlo a través del viaje de creación de personajes. Mi búsqueda es que las lectoras puedan sentir en las nucas el aliento de mis monstruos.
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