La mexicana Elena G. Moncayo, cuyo talento para la escritura puede ser apreciado a través de “La sequía” o de los textos publicados por medios como Avispero y La Rabia del Axolotl, está teniendo cada vez más visibilidad a nivel internacional.
Es interesante, por lo tanto, descubrir no solamente su producción literaria sino también cómo piensa y trabaja esta mujer que, en diciembre de 2017, participó en una charla sobre Narrativa Contemporánea junto a Aniela Rodríguez, Eduardo Parra Ramírez y Gabriel Rodríguez Liceaga.
Con excelente predisposición y entusiasmada con el desafío de expresarse bajo un formato breve, Moncayo se sumó a las tuittrevistas de Poemas del Alma y nos permitió, de este modo, saber más sobre ella. Si después de leer esta nota desean contactarla, tienen la posibilidad de comenzar a seguirla por Twitter.
– ¿Qué te ha dejado, en lo personal, tu participación en la charla sobre Narrativa Contemporánea que tuvo lugar a comienzos de diciembre?
– Platicar con escritores de distintas edades confirma mi idea de que las nuevas tecnologías modifican el medio y la forma de la literatura, pero al final, el fondo del discurso es lo importante, sin una buena base ¿para qué leer 280 caracteres digitales o 1000 páginas impresas?
– Al terminar “La sequía”, ¿viste satisfechas o superadas las expectativas que tenías al iniciar la obra? ¿Razones?
– Más que expectativas, partí de una lista de conceptos que escribí a manera de premisas; cuando la imagen apareció, dejé que los personajes desarrollaran su circunstancia. El resultado fue satisfactorio. Cada personaje me ha enseñado mucho sobre los matices de la psique humana.
– Por ser mujer y escritora, ¿padeciste a nivel profesional cuestiones vinculadas a la discriminación por género o la violencia machista?
– Por fortuna, los escritores con los que he convivido, tanto maestros como compañeros, han dejado su misoginia lejos del trato que he tenido con ellos. Puedo ver rasgos machistas en su discurso, en su personalidad, pero nunca en un sentido discriminatorio o violento hacia mí o mi obra.
– Frente a la hoja en blanco, ¿cuál es tu método o táctica para dejar que la escritura arranque y fluya sin límites?
– Parto de una imagen para empezar a escribir, una vez teniéndola, voy a la hoja en blanco y dejo que la musicalidad vaya componiendo esa imagen. Escribo con el oído, justo como un compositor musical elige una escala, una nota después de otra y un tempo, yo lo hago con palabras.
– ¿En qué etapa de tu proceso creativo piensas en el lector: antes, durante o después? ¿Motivos?
– Cuando la obra está terminada. Para mí, la escritura es un diálogo. Dialogan los autores que he leído con las voces que me habitan. Cualquier libro que tenga una búsqueda auténtica, encontrará a sus lectores y ellos quedarán invitados a formar su propio diálogo con la obra.
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