Conocer mejor al hombre detrás de obras como “Regreso al Metropolitan”, “Orfeo en Nueva York” y “Los años aurorales” es el objetivo de esta nota enriquecida con las respuestas que este autor, quien ayer recibió formalmente el Premio Ojo Crítico de Poesía, me hizo llegar a través de Twitter.
Fernando del Val, el protagonista de este artículo, nació en 1978 en la localidad española de Valladolid y hace mucho tiempo que se dedica a la escritura. Así como diversos libros permiten apreciar su sensibilidad poética, “Si te acercas más, disparo” es una publicación ideal para apreciar las habilidades periodísticas que le han permitido realizar entrevistas interesantes a figuras como Miguel Delibes, Antonio Colinas y Antonio Gamoneda. Al elegir una imagen para ilustrar esta tuittrevista, Del Val no lo dudó: seleccionó una fotografía que césar Toro le tomó junto al creador de “Blues castellano”, “León de la mirada” y “Descripción de la mentira” porque, según expresó, Gamoneda “es un faro” para él.
Si desean mantenerse al tanto de las novedades profesionales de Fernando o entrar en contacto con él, tienen la posibilidad de seguirlo por Twitter o de leer su Cuaderno de Horas.
– Nueva York fue tu fuente de inspiración para una trilogía. ¿Qué te llevaste de la Gran Manzana y qué le dejaste a esta ciudad, además de tus textos?
– Me llevé lo que no quiso darme, supongo. A cambio, dejé unas chanclas naranjas a los pies del puente de Williamsburg.
– Al premiarte por “Los años aurorales” elogiaron la originalidad de esta obra. ¿Cómo intentas, mediante qué recursos, diferenciarte de otros poetas?
– Tratar de ser original es un error. Basta volcar lo que llevas dentro. El arte sin base intuitiva no me interesa; sólo contemplo el cálculo cuando corrijo. Los que se obsesionan con la originalidad me da que terminan copiando.
– ¿Quién tuvo un rol decisivo para tu dedicación a la poesía? ¿Por qué?
– Ni idea. Es verdad que tuve profesores que no me cortaron la hierba bajo los pies. Pero una cosa es escribir y otra escribir poesía. También me funcionó admitir que yo no era Dante ni Kafka: aceptar tus limitaciones es la primera demostración de libertad y potencia.
– ¿Cuáles son, de acuerdo a tu criterio, las bases para que un poema deje huellas?
– Para dejar huellas lo mejor es ir descalzo. Las botas disfrazan el pie, y el poema ha de tener que ver con la verdad, sea ésta lo que sea. Luego, puede ser admirable en algún sentido; o brillante –que alumbre, no que deslumbre-; o disponer de alguna zona oscura.
– La lectura debe influir en tu escritura… ¿Qué adoptas y qué descartas de los autores que captan tu atención?
– Leer es dejarse poseer; te vuelve el ‘yo’ permeable. ¿Qué ocurre?: que la creación está en el inconsciente -mientras la corrección en el consciente-. Yo espero no adoptar ni descartar nada de nadie porque la poesía no debe ser prescriptiva. Saber qué no hacer. No qué hacer.
Comentarios1
Excelentes respuestas, coincido en la mayoría de ellas, escribir creo, es más que nada, dejarse llevar por la intuición, que el lápiz fluya sobre la "hoja en blanco"
Hola Fabián. Me alegra que te haya interesado la nota y te agradezco el tiempo que dedicaste a compartir tu punto de vista. ¡Saludos!
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