El compositor y escritor peruano Jorge Díaz Untiveros, quien consiguió una mención de honor del Premio Nacional de Literatura 2017 en reconocimiento a “Se vende poesía”, lleva mucho tiempo enriqueciendo con su sensibilidad artística al ámbito cultural. De no conocer su trabajo, tal vez esta nota los invite a querer saber más sobre este poeta que nació en Lima en 1980.
Si las respuestas breves generadas por este autor les resultan interesantes y desean sumar a sus bibliotecas libros creados por él, tengan en cuenta opciones como “Fuimos más que felices” y “En mi callar hay un mundo”.
También pueden contactarlo a través de las redes sociales para mantenerse al tanto de sus actividades profesionales, ya que Díaz Untiveros tiene presencia en Twitter, Facebook e Instagram.
– “En mi callar hay un mundo”, uno de tus libros, me lleva a querer preguntarte: ¿Ante qué cuestiones o situaciones prefieres expresarte a través del silencio, qué te deja sin palabras? ¿Razones?
– Escribir es un elemento eminentemente silencioso. Sin embargo es gracias a la defensa de esa característica que todo escritor se revela. No creo que exista arte más solitario y asombroso que atender a ¨la multitud de uno¨ en silencio, dándole a ello un sentido estético.
– Otra de tus obras se titula “Fuimos más que felices”. ¿Dónde radica tu felicidad a nivel profesional, cuáles son tus fuentes de satisfacción como artista?
– Creo que tiene que ver con la autorrealización. Todo el oro del mundo no vale la certeza de un corazón que se ha descubierto. Y descubrirse es no encubrir, es dejar de lado e ir por uno. Yo me hallo feliz en los entresijos del arte, sus claroscuros siempre me deslumbran.
– Recomiendas aprender algo que no resulte “útil”, aunque todo conocimiento nutre y sirve… ¿En qué te instruyes en tu tiempo libre para distraerte y quebrar la rutina?
– Eso es subvertir el orden de las cosas, siempre y cuando las mismas nos conviertan en personas solemnes, grises, tributables. Vayamos a la otra orilla: si las personas no son felices con lo que hacen quizá lo sean con lo que no. Siempre huyo al bosque por cordura.
– ¿Cómo logras combinar tus facetas de músico y escritor para que tus textos suenen bien y tu música tenga poesía?
– Desde niño no me planteé que deban ir separadas. Con el tiempo aprendí a respetar las formas de ambas y ese tándem me resulta muy fructífero. Ejemplo: ahora que compongo un huayno aprendo de la estructura de los versos y eso me ayuda también con la línea melódica.
– Al observar tus publicaciones, ¿qué sensaciones, reflexiones y pensamientos tienes frente a esos trabajos terminados?
– Siempre oí que a los ojos del creador la obra nunca está terminada. Siempre hay cosas que uno quiera mejorar u omitir. En mi caso hay mucho de ello. Pero también hay una salvaje libertad que me gustaría recuperar. Me he civilizado: ahora mis desórdenes son cuidados.
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