El argentino Luciano Lamberti, un hombre nacido en la provincia de Córdoba que se ha licenciado en Letras y lleva tiempo dedicándose a la creación literaria, es leído en Twitter por más de 5.900 usuarios.
Por dicha red social, quien temporadas atrás llegó a ser finalista del Premio Fundación Medifé Filba con “La masacre de Kruger” aceptó responder un cuestionario breve a pedido de Poemas del Alma.
De querer hacer foco en la producción literaria de Lamberti a fin de descubrir su estilo narrativo, además del título mencionado líneas arriba pueden tener en cuenta opciones de lectura como “El loro que podía adivinar el futuro”, “La casa de los eucaliptos”, “Los abetos” y “Gente que habla dormida”, por ejemplo.
Aquellos que próximamente se encuentren en la Ciudad de Buenos Aires y deseen saber más sobre él, en tanto, tienen la posibilidad de asistir el 14 de mayo a partir de las 19 horas a Fetiche Libros (librería situada en Thames 744). Allí, junto a su colega Santiago Craig, Luciano charlará con la periodista Viviana Bernadó, alimentando con sus aportes un ciclo de conversaciones que se denomina “Mientras escribo”.
– ¿Cómo tiene que ser, qué características debe presentar, un libro para que lo consideres digno de releer y recomendar?
– Tiene que presentar una propuesta artística coherente. Puede ser aburrido, ágil, experimental o tradicional, pero si es una propuesta coherente y me mueve un poco la estantería, pasa al siguiente nivel.
– ¿Qué te ha provocado, siendo su artífice, la trama de “La masacre de Kruguer”?
– Nada, porque yo la escribí y la vi desnuda y le conozco los mecanismos y las poleas.
– ¿Cuál fue la lección o enseñanza que te dejó la elaboración de “Los abetos”?
– La elaboración de los libros no me deja ninguna lección.
– Desde que te iniciaste en la creación literaria hasta ahora, ¿en qué aspectos sentís que evolucionaste? ¿Razones?
– Involucioné. Escribía mejor cuando sabía menos.
– Aquellos que aún no han leído libros de tu autoría, ¿qué clases de experiencias lectoras los están esperando?
– No lo sé. No tengo tanto control. Me gustaría ser divertido y emocionante, pero no sé si me sale.
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