Manuel Vilas tiene un acento claro. Su entrevista ha sido una de las que menos trabajo me ha llevado desgrabar; quizá tenga que ver con que ha escrito mucho sobre sí mismo y no necesita esconderse en frases susurradas. Habla convencido de su pasión por Kafka y no duda en reconocer que Borges está sobrevalorado. Y de eso va esta segunda parte de la charla. Si no han leído la primera, aquí está .
P—Eres un lector acérrimo de Kafka; supongo que es uno de tus autores predilectos. ¿Cómo te llegó y qué viste en él que te cambiara la vida?
R—Sí. Me leí la obra completa cuando tenía 32 o 33 años. En ese momento yo escribía poesía pero todavía no cultivaba la prosa. Escribía artículos en los periódicos, hacía crítica literaria y tal, pero a la narrativa no acababa de verla. Y cuando leí a Kafka me di cuenta de que lo que yo llevaba en la cabeza se podía narrar, y entonces me construyó como escritor. De hecho, me lo leí entero. Había intentado leerlo antes, de más jovencito, con 22 o 23 años, y me había parecido un coñazo, porque no entendía nada. Y es que los libros esperan el momento de cada uno. Yo a Kafka llegué con 32 años y antes era imposible que hubiera llegado.
P—El tiempo del lector…
R—Sí. Nunca sabes en qué momento un autor se va a presentar en tu vida. A lo mejor no cuando tienes 20 años, tampoco cuando tienes 30, o al revés, hay autores que se presentan en tu vida cuando tienes 20 años y a los 30 años desaparecen de tu vida. Hay una historia del lector. Los lectores somos históricos, tenemos nuestra propia historia. Algunas veces nos ha seducido un autor otras veces, no. A veces nuestra vida pega un cambio y de repente un autor al que no entendíamos se vuelve imprescindible para nosotros porque explica lo que nos ha pasado. Hay un tema interesante en la historia del lector.
P—Kafka es además uno de los autores que genera opiniones más contradictorias. Sin ir más lejos, hace poco decías que Borges no lo leyó bien, quizá porque él nunca escribió una novela…
R—El asunto es que Kafka y Borges tienen puntos en contacto. Yo lo que citaba era una frase de Ernesto Sábato a quien una vez le preguntaron en una conferencia qué relación había entre Borges y Kafka. Y Sábato dijo que Borges era como una noche de fuegos de artificio y Kafka era como una noche iluminada por el incendio de un orfanato. Esta comparación a mí me parece muy acertada, porque Borges es un gran maestro de la literatura fantástica y de la imaginación, pero Kafka es otra cosa. Son dos autores distintos. Quien cree que están relacionados o no ha entendido al uno o no ha entendido al otro, pero Kafka no tiene nada que ver con Borges. Aparentemente parece que sí, que están tocando brumas literarias parecidas, pero no.
P— ¿De qué forma habría que leer a Kafka para comprenderlo?
R—El problema de Kafka es el siguiente. Kafka te coge de la mano y no te suelta en el momento en que te das cuenta que él ha visto cosas que están en el mundo y que tú no ves; entonces, no es imaginación. Yo siempre digo que Kafka no tenía imaginación. Kafka es como un vidente; ya sé que la videncia hoy en día no goza de mucho prestigio literario pero es la verdad. Es como si estuviera viendo algo, porque la precisión que hay en las descripciones de las narraciones, por ejemplo en la novela «El castillo, no son inventadas.
»Yo creo que veía cosas. Esa es la atracción que ejerce sobre mí. Las cosas que veía, las cosas que narraba en sus novelas, para mí no son inventadas; para mí estaban ocurriendo en algún sitio que sólo él veía. De ahí que Max Brod haya hecho una interpretación teológica del mundo de Kafka. Pero aquí se complica todo porque a Kafka se lo puede leer de cincuenta mil maneras; se lo puede leer desde el marxismo, desde el psiconálisis, desde cincuenta mil lecturas.
»A mí me interesa mucho más Kafka que Borges, evidentemente, pero Borges también me interesa, pienso que es un escritor magnífico.
P—¿Y no consideras que es un autor que está sobrevalorado?
R—¿Borges? Sí, yo creo que está sobrevalorado. Yo creo que Borges es un gran escritor pero hay otros buenos grandes escritores. Construyó una mitología en torno a su persona muy interesante que le sirvió; entre la ceguera y el culto de la literatura fantástica y estas ocurrencias que tenía tan geniales… y todo eso hizo que se creara una obra en torno a él. A mí me parece un gran escritor pero sí creo que está sobrevalorado.
P—Cuando te leo me encuentro a un escritor que es capaz de arriesgarlo todo en cada palabra. ¿Crees que al escribir hay que asumir un riesgo?
R—Eso es lo que a mí me interesa de la literatura. Estar en la literatura para hacer los deberes como te mandan, pues eso no tiene gracia. La gracia de la literatura es el desafío constante entre lo que se puede hacer y hasta dónde se puede llegar. En todo: moralmente, literariamente, vitalmente. Es una zona de riesgo constante. Y sino, no tendría gracia. Ya vivimos anodinamente. Todo ser humano occidental vive anodinamente y, pues, por lo menos la literatura es el único sitio donde aunque sea en la ficción puedes acometer el riesgo, ¿no?
Continuará…
Foto: Jordi Carrión
PRIMERA PARTE DE LA ENTREVISTA
TERCERA PARTE DE LA ENTREVISTA
Comentarios1
Buenísima la entrevista.
Muchas gracias
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