María José Codes, escritora española que el próximo jueves (23 de noviembre) se encargará de acompañar a Eloy Tizón en una presentación de “Plegaria para pirómanos”, es leída en X (ex Twitter) por más de 2.200 usuarios.
Aquellos que la siguen de hace tiempo en redes sociales (al igual que quienes se interesen por las publicaciones de esta autora a partir de este artículo) tienen la posibilidad de interactuar con ella e informarse acerca de su producción literaria y sus actividades profesionales.
Claro que el mayor interés general no está puesto en los mensajes que esta novelista difunde en esos espacios sino en el contenido de sus libros. “A corta distancia”, “Conservar al vacío”, “Los intactos” (propuesta que sobresalió en una de las ediciones del Premio de Novela Breve Juan March Cencillo) y “La peluca de Franklin” son algunas de las obras que invitan a descubrir las habilidades de María Codes para la escritura. Gracias a la tuittrevista que esta madrileña aceptó responder, a continuación accedemos a varios datos de interés sobre dichos materiales de lectura.
– ¿Qué reflexiones, sensaciones e interrogantes fuiste teniendo a medida que escribías “A corta distancia”?
– Siempre que se hace arqueología del recuerdo para construir una ficción se experimentan sentimientos contradictorios. Uno debe separar lo personal de lo que es relevante para la narración. Los interrogantes se referían sobre todo a los vínculos ignorados que a veces nos unen.
– ¿Cuáles fueron los obstáculos o las trabas que aparecieron a lo largo del proceso creativo de “Conservar al vacío” y cómo trabajaste para superarlos?
– Las únicas trabas que surgen siempre, en mi caso, son la autoexigencia y la visión de conjunto. El poema debería expresar lo que deseo con precisión y armonizar con el resto de los poemas del libro.
– ¿Por qué, de qué modo y con qué finalidad gestaste la trama de “Los intactos”?
– La idea surge en torno a la pregunta de si, en los casos de EPT, sería mejor borrar los traumas por completo, con tratamiento químico, o superarlos y aprender de ellos. Y en consecuencia, hasta qué punto es necesario no olvidar el dolor para no infligirlo a otros.
– ¿Cómo imaginas que hubiese sido la reacción de Benjamin Franklin de haber podido leer “La peluca de Franklin”?
– Era un hombre inteligente, pragmático y muy curioso. Seguro que se hubiese interesado poco por la historia de su viaje a Francia (risas), pero mucho más por los juegos virtuales y modo de vida del protagonista de la historia paralela.
– La literatura, desde tu mirada, ¿cómo es, qué bondades y alcances posee?
– Como lectora, me provoca extrañeza y reflexión. Como escritora, me vuelve frágil.
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