Rafael Gumucio, respuestas en 140 caracteres

El escritor chileno Rafael Gumucio, cuyas vivencias y conquistas han sido plasmadas años atrás en un artículo de Poemas del Alma, consigue notoriedad tanto con sus libros como con sus declaraciones, acumulando a lo largo de los años elogios y críticas.

Este autor que nunca pasa desapercibido tiene en Twitter más de 135 mil seguidores, entre los cuales aparecen colegas suyos como Francisco Ortega, Carla Guelfenbein, Alberto Chimal, Montero Glez y Rocío Cerón. Por esa red social entré en contacto con él y le propuse armar respuestas breves para cinco preguntas, un desafío que este hombre tan admirado como criticado aceptó con agrado y excelente predisposición.

El resultado está a continuación para que todos puedan conocer más en profundidad al responsable de obras como “Invierno en la torre”, “Memorias prematuras” y “Milagro en Haití” y hasta encontrar diferencias o puntos en común con él en base a sus comentarios.

¿Qué es, de acuerdo a tu experiencia, lo más fascinante de dedicarse a la creación literaria? ¿Y lo menos grato?
– Lo más fascinante es salir de sí mismo y lo más terrible es volver.
Eres autor, lector y padre… De las obras que dejaron huella en ti, ¿cuáles les recomendarías a tus hijas? ¿Razones?
– Rojo y negro y A la búsqueda del tiempo perdido porque son libros que siguen en tu cuerpo después de leerlos.
¿Te sientes valorado como escritor en tu país? ¿En qué cuestiones o situaciones lo adviertes?
– Yo creo que a veces la gente no me lee porque cree conocerme. Pero la falla es mía, mi ansiedad me traiciona.
Tus expresiones y comentarios generan tantos elogios como críticas… ¿Cómo influye la mirada externa en ti?
– La mirada de los otros es una droga, tan nociva como la otra aunque el dealer es menos clandestino. Aguanto porque me gusta incluso lo que no me gusta de todo ese ruido.
¿A qué clase de lector te interesa llegar con tus textos?
– A alguien tan desesperado como yo a los 17 años, buscando en la librería mimesis de las torres San Borja un libro que dijera todo lo que yo no sabía cómo decir.



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