El traductor y escritor español Rafael-José Díaz, un licenciado en Filología Hispánica que nutre asiduamente un cuaderno de apuntes online titulado Travesías y aprovecha las redes sociales para difundir sus novedades profesionales, lleva años dando muestras de sus habilidades para la poesía, el ensayo y la narrativa.
“Llamada en la primera nieve”, “Detrás de tu nombre”, “Un sudario”, “Algunas de mis tumbas”, “El interior del párpado” y “Umbrales donde apenas llega la luz” son algunos de los libros de este autor que ha estado días atrás en República Dominicana presentando su antología más reciente en el marco del Festival Internacional de Poesía de Santo Domingo. Este mes también fue moderador en el coloquio denominado «Dos formas de la escritura: literatura y psicoanálisis” y en el ciclo “Mapas provisionales”.
En Twitter, donde supera los 1.300 seguidores, lo encuentran como @rafael_josediaz. Y si siguen leyendo hasta el final, descubrirán cómo trabaja y concibe la literatura Rafael-José Díaz.
– Desde tu punto de vista, ¿qué es lo más gratificante de crear y leer poesía?
– Crear y leer poesía son casi una y la misma cosa. Se la crea cuando se la lee y la creación es un modo de leerla (y leerse a uno mismo). Lo más gratificante es quizá ese estado cercano a lo extático, como si uno se viera desde fuera de sí. Escribir poesía es morir para vivir más.
– Al traducir, ¿cómo trabajas para respetar la esencia del texto original?
– Traducir es un ejercicio paradójico de amor absoluto e infidelidad flagrante. Un matrimonio muy difícil de sobrellevar. O: primero hay dejarse poseer del todo por el texto y luego hay que darse la vuelta y poseerlo completamente. Lo importante es ese juego de entrega y posesión.
– ¿Cuáles fueron tus motivaciones y pretensiones al desarrollar “El interior del párpado”, la obra que te hizo debutar como novelista?
– «El interior del párpado» es escritura somática. Los fragmentos de lo que luego sería una novela se iban depositando como gasas sobre las heridas. Una tentativa terapéutica, que buscaba cauterizar aunque a veces sólo consiguiera volver a abrir más heridas sobre las heridas.
– ¿Qué enseñanzas te llevas de cada viaje que te permite conectarte con lectores de diversas nacionalidades, como ha ocurrido al presentarte en Colombia y en Chile?
– Viajar, sobre todo si el viaje tiene que ver con la literatura y con la amistad, es una fuente de satisfacciones. Las conversaciones, los encuentros, los paseos y los libros que traigo son sólo algunos de los regalos que esos viajes me han deparado. El recuerdo es luego intenso.
– ¿Cuál es la máxima satisfacción que te ha dado la literatura?
– La literatura es como la vida: no sólo da satisfacciones, también disgustos. Es una segunda vida, y eso conlleva desdoblamiento, cierta locura, ansiedad, desorientación. En medio de todo eso, a veces escribir aporta calma, alguna claridad, liberación. Un clavo saca otro clavo.
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