Semanas atrás, el escritor argentino Roberto Chuit Roganovich consiguió una gran notoriedad al convertirse en el ganador de la edición más reciente del Premio Clarín Novela.
“Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores” se titula el material que le permitió obtener dicho reconocimiento, tal como en su momento informamos en Poemas del Alma.
A fin de saber más acerca de este autor que se ha licenciado en Letras Modernas y suele dar talleres de escritura creativa en formato tanto presencial como virtual le extendimos vía X una invitación a contestar cinco preguntas a distancia. El también creador de “Quiebra el álamo” aceptó y aquí están, a disposición de todos, las respuestas que nos ha hecho llegar.
– ¿Cuál es la mayor satisfacción que te da la literatura? ¿Qué aprendés con cada una de tus obras?
– De lo que escribo no aprendo verdaderamente nada. Sí aprendo, por el contrario, de las otras cosas que leo. Siento que la literatura, y el arte en general, es una de las formas del saber no-científico más importantes que produjimos como especie.
– ¿Qué valor o importancia le das a los premios que te otorgan en reconocimiento a tus habilidades como escritor?
– Intento no confundirme: sé que ganar premios suele suponer que las novelas con las que competís son apenas más desprolijas que la tuya. Ganar no implica ser buen escritor. Si resta aprovechar el impulso para poder posicionarme a futuro, pero eso no tiene que ver con literatura.
– ¿Cuál fue el punto de partida de “Quiebra el álamo”? ¿Cómo viviste, con qué sensaciones o pensamientos, ese proceso creativo?
– «Quiebra el álamo» fue escrita durante la pandemia. El contexto fue, entonces, de encierro: muchas horas frente a la computadora, con música bien baja, y sin sentir la presión de un afuera que me demandaba salir a ejercitar la sociabilidad.
– ¿Por qué decidiste escribir “Si sintieras bajo los pies las estructuras mayores”? ¿Cuáles fueron tus propósitos o aspiraciones al elaborar esa novela?
– Decidí escribirla porque soy, a pesar de que escribir sea para mí una forma muy específica del castigo, alguna especie de adicto. No sé si adicto a la forma literaria, pero sí adicto a querer contarle una historia o una anécdota a alguien.
– ¿Qué objetivos literarios tenés para 2025 y de qué modo trabajarás para cumplirlos?
– No quisiera adelantarme. Por lo pronto, voy a trabajar junto con mi editora, Silvia Itkin, para que la novela quede lo mejor posible. Después voy a necesitar retirarme un poco de la escritura: ahora siento que no hay nada más que pueda decir.
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