En Poemas del Alma nos hemos propuesto darte a conocer el lado más desconocido, ya sea a nivel personal o profesional, de algunos de los escritores más importantes de la historia de la literatura universal o que han suscitado más interés. Así, te hemos mostrado ya singularidades de plumas de la talla de Miguel de Cervantes, Agatha Christie o J.R.R. Tolkien, entre otros.
Pues bien, hoy queremos hacer lo propio con el que está considerado como uno de los mejores autores europeos en alemán. Nos estamos refiriendo a Franz Kafka, al que conocemos por obras de obligada lectura como La metamorfosis (1915) o El proceso (1925).
En concreto, si sigues leyendo descubrirás curiosidades que rodean a la vida de ese escritor y que no son conocidas por la mayoría:
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Su nombre se lo pusieron sus padres en honor al emperador de Austria Francisco José I.
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Era un fan incondicional de Cervantes, Dickens y Flaubert.
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Hablaba seis idiomas: alemán, hebreo, griego, latín, francés y checo.
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La condena (1912), subtitulado como Una historia para Felice B, fue su primer relato y tiene la particularidad, además, de haber sido escrito en una sola noche en la que el autor encontró la ayuda de sus musas, de su fuente de inspiración. Estaba dedicada a la mujer que le marcó su vida, con la que tuvo una relación llena de altibajos que nunca consiguió formalizarse.
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La pésima relación con su padre, que apostó por una educación muy severa, se convirtió en uno de los grandes problemas personales de su vida, pero también en la base de la mayoría de su producción literaria. En concreto, el trabajo donde se puede apreciar mejor eso es en Carta al padre (1919), un conjunto de cien páginas donde el escritor echa en cara a su progenitor su actitud hipócrita, su falta de cariño e incluso una actitud abusiva con él.
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Tampoco se llevaba especialmente bien con algunos de sus hermanos, concretamente con los varones. Mientras que la misma era mucho mejor con sus hermanas, que murieron en campos de concentración creados por los nazis.
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Estuvo muy acomplejado por su aspecto físico y también por su singular personalidad.
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Aunque se considera que es muy “moderno” eso de ser vegano o vegetariano, no es así. Y es que Kafka lo fue, precisamente tomó la decisión de únicamente comer productos vegetales en su etapa adulta.
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Uno de los aspectos más “escabrosos” de la vida de este autor es que le fascinaba el mundo del sexo. Así, no dudaba en regentar multitud de prostíbulos y de disfrutar en soledad de numerosa pornografía, que fue encontraba en su casa al morir.
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A pesar de ser judío, no despertó su interés por su religión hasta 1923 cuando conoció a una joven de 25 años llamada Dora Diamant, con la que inició una relación.
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Su salud frágil, determinada por la tuberculosis y también por trastornos mentales como el esquizofrénico de personalidad, fue una de las cosas que más le marcó profesional y personalmente.
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Es interesante saber que muy pocas fueron las obras que publicó en vida. Fue después de muerto cuando muchos de sus trabajos y escritos salieron a la luz, lo hicieron de manos del mejor amigo de Kafka, Max Brod, que no cumplió los deseos del autor de que se destruyeran.
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