Hace una semana compartimos una nueva entrega de nuestro ciclo de recomendaciones «Aquellos Cuentos». El protagonista fue Fernando Iwasaki. Sin duda es un autor al que todas deberíamos leer. Hoy traigo dos lecturas que creo pueden orientarnos en el conocimiento de este fantástico fabulador. Un ensayo y un libro de cuentos: para rozar todo el campo literario en el que se desarrolla.
Las palabras primas
Sabemos hablar pero muchas veces desconocimos el origen de las palabras e ignoramos la historia que cargan sobre sus morfemas esos términos que usamos cada día, todos los días. En «Las palabras primas», Iwasaki hace un recorrido transocéanico persiguiendo el origen y la tradición de palabras tan significativas como polla, papa o fandango. Este libro representa así una especie de búsqueda de palabras perdidas y la confirmación de que en la evolución del lenguaje hay un juego de poder a veces invisible.
Es, por otro lado, un escrito a favor del mestizaje, de la construcción cultural como un bien de todos y del lenguaje como herramienta de encuentro y no de despedida. No obstante, parece querer avisarnos de la importancia de tomarnos un momento para la reflexión, de buscar el crecimiento de nuestro vocabulario sin olvidarnos del riesgo. Las palabras que desaparecen por la falta de uso, los términos amados que van perdiendo relevancia al ser reemplazados por palabras extranjeras.
«Las palabras primas» es un libro de ensayo pero regado por la magia fabuladora con la que Iwasaki tiñe todo lo que escribe. El autor se aferra a su pasión por la historia, a su curiosidad de escritor y a su identidad mestiza para construir un texto conmovedor, certero y al mismo tiempo lumínico. Creo que es un libro maravilloso que puede servirnos para conocer la magia de uno de los autores actuales más deslumbrantes que he leído. Humor, inteligencia y claridad mental son las tres características que han hecho posible este libro impresionante.
Helarte de amar
A Iwasaki lo conocí en Málaga el año pasado y me di cuenta de que todo lo que había oído hablar de él era cierto. Además de ser un autor fabuloso es un gran conversador y tiene una sonrisa con la que consigue aplacar cualquier tensión que pudiera alterar el ritmo de una conversación cercana. Y ese día comprendí por qué escribe como lo hace: no hay distancia entre el escritor apasionado y el hombre que intenta inspirarse y aprender del encuentro con los otros.
«Helarte de amar» es otro de los libros de Iwasaki que creo hay que leer. En él nos encontramos con un buen conjunto de relatos en torno a la pasión y al deseo y a las peculiaridades que transforman un acto íntimo y deseado en algo inexplicable. Fernando es capaz de mirar las cosas de una forma intensa y a la vez, divertida, y en este libro nos regala narraciones que tienen en común encuentros amorosos donde la fantasía ocupa un lugar primordial.
Nos presenta este libro con una explicación. Los escribió con treinta años y como cuando uno es joven tiende a confundir erotismo y sexualidad –lo mismo que le ocurrió a E. L. James, y a sus imitadoras–, los consideró de tipo erótico. Con los años descubrió que la sexualidad exige de lo social (las relaciones de pareja, el entorno que las favorezca) mientras que el erotismo puede apoyarse en la fantasía, la imaginación (generalmente no exige que el deseo se concrete). Por ello, ahora prefiere decir que es un libro de ciencia fricción que se compone de una serie de disparates sexuales. Al final, habrá fantasía y sexo, dos cosas que los lectores del género sabrán apreciar. Y no digo más, porque creo que es un libro que tenemos que leer para conocer mejor el trabajo de Iwasaki.
¡Voy a dejarte otra recomendación de este autor, como yapa! «El descubrimiento de España», una recomposición de la mirada sobre el viejo continente, el lazo entre América y España y la historia compartida, es otro de los libros de Iwasaki que no deberías perderte. No sé si he leído antes un libro sobre la conquista más claro. No sólo por el lenguaje, porque Iwasaki te cuenta las cosas como si salieran de un cuento, sino también por la rigurosidad con la que reflexiona en torno a las inquinas, a los prejuicios y a la literatura que se ha escrito en torno a este tema en ambos continentes.
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