A Javier Campos lo conocí hace unos años mientras desarrollaba una serie de artículos para una web literaria. Lo que encontré de él en Internet despertó mi curiosidad, sin embargo no conseguí dar con ninguno de sus libros aquí en España. Por esas cosas de la vida terminamos cruzándonos y él mismo se ofreció a enviarme algunos de sus libros para que pudiera conocer a fondo su escritura. En este artículo reúno mis impresiones respecto a dos de ellos que tienen en común el tema: el tango, eso que a mí me vuelve loca y sin cuya melodía nostálgica muchos no sabríamos congeniar nuestra rutina. Lo que más me ha interesado de su narrativa tiene más que ver con el qué que con el cómo: explora terrenos como la extrañeza y la búsqueda interior con bastante acierto, dos inquietudes que me atraviesan y me interpelan.
El bailador de tango
En El bailador de tango de Javier Campos encontramos una historia que gira en torno al tango como pieza bailable, donde el narrador no sólo va experimentando la transformación que produce en él la música sino que, además, a través de ella también se conoce y aprende a relacionarse con los demás. En ese reconocerse tiene que asumir una identidad dislocada, extraña, y aprender a vivir con ella: éste, creo, es uno de los puntos fuertes de la historia.
Un hombre decide tomar clases de tango en la madurez aunque no sabe bien por qué. Se siente torpe y viejo como para emprender un aprendizaje así, sin embargo, y pese a que siente muchas veces el impulso de abandonar, algo en su interior lo fuerza a continuar. Arrastra el dolor de una pérdida, que iremos conociendo a lo largo de la historia y el tango le funciona como antídoto para la desidia. Ésa es a grandes rasgos la trama de este relato.
Algo que me ha parecido interesante es que Campos utiliza un narrador intercambiable y de este modo, lo que se presenta como una novela adquiere cualidades de libro de relatos, donde todos los personajes tienen su propia voz para narrar sus vidas. Asimismo, en este intercambio de voces, cada personaje irá evolucionando gracias a la experiencia de los otros. Este conocer (y reconocer) la propia historia a través del relato de los otros me parece muy interesante: una forma de pintar el mestizaje muy acertada.
El bailador de tango es también un relato en torno al cuerpo, a nuestra forma de relacionarnos con lo que dicen nuestros gestos y nuestros movimientos, y una invitación a dejarse llevar, en el tango, y en la vida. Una linda novela para fanáticos del tango, que igual pueden sentirse interpelados por la narración, y por las voces que habitan el encordado del discurso.
Fui dueño de tu encanto
El otro libro se titula Fui dueño de tu encanto. Aquí Javier Campos también se apoya en el tango como gran escenario y protagonista. Intuyo que el hecho de haber descubierto el tango y haber aprendido a bailarlo ha jugado un papel importante en su vida que se ve reflejado en su narrativa. Esto se percibe además en la forma en la que se acerca a este género musical, desde la lucidez, el conocimiento y la pasión.
En este caso tenemos un conjunto de relatos que se caracterizan por mostrar realidades mestizas atravesadas de alguna forma por la música. Se desarrollan en espacios insólitos y se conectan con lo íntimo, con esa necesidad de supervivencia que se alimenta de la extranjería y puja hacia delante.
Clases de tango en un restaurante ucraniano de Manhattan, dos presos políticos que bailan para olvidar, tres tangos infinitos y un joven que desea bailar tango en la Habana del régimen castrista. Estas son algunas de las ideas de las que parten los relatos, que va entramando con cierto esmero Campos, consiguiendo llevarnos al corazón del tango, que no es otra cosa que la melancolía en do menor.
Relatos que atraviesan continentes y que traen mucho de Buenos Aires, pero ya no puedes ver la ciudad en ellos sino la maestría y el encanto de un ritmo musical que ya es de todos y para todos, como Gardel.
Asimismo, Campos reflexiona en torno al baile como un espacio donde desarrollar el gusto musical pero también donde descubrirse a uno mismo, porque el baile es algo único, que cada uno descubre y construye y en el que se refleja no sólo lo que hemos vivido sino lo que somos, que son también nuestros sueños y frustraciones.
Si bien Campos no propone una renovación estilística pienso que sin duda sus relatos y su forma de contar ha de interpelarte si sientes el tango y la literatura de forma similar al autor. Hay en estos libros pasión y el deseo de construir mundo y redescubrirlo a través de la música y el lenguaje. En lo que a mí respecta, me ha faltado un poquito. Me habría gustado un poco más de búsqueda estilística y de tensión narrativa, pero como sucede con la música, «para gustos, los colores». ¡Que viva siempre el tango!
Te dejo esta entrevista por si quieres saber más acerca del escritor Javier Campos.
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