¡No te pierdas estas lecturas antes de que termine el año!
La narrativa breve está en su mejor momento. Sólo hay que acercarse a cualquier librería y descubrir una gran cantidad de apuestas literarias que ponen al cuento por todo lo alto. Durante el 2024, una vez más, la editorial que ha brillado más ha sido Páginas de Espuma, que viene entregándonos algunas de las mejores propuestas en torno al cuento en el amplio mapa de las lenguas hispanoamericanos. Pero hay otras editoriales independientes que le vienen pisando los talones, haciendo un trabajo destacable. En este artículo te ofrecemos una selección de algunas de las lecturas breves más destacadas de este año.
«La vida por delante», de Magalí Etchebarne (Páginas de Espuma)
Magalí Etchebarne ya era una escritora conocida cuando se hizo con el Premio Ribera del Duero 2024; sin embargo, este libro de cuentos, La vida por delante llegó para confirmar su gran talento en el formato breve. En él, la autora nos presenta una serie de universos íntimos donde la fragilidad y el miedo están en el centro de la trama. Con absoluta agudeza, consigue captar esos momentos decisivos en la vida donde las cosas cambiaron o nuestra visión de las cosas dio un giro.
Entre los rasgos más destacables de la escritura de Etchebarne habría que señalar su sensibilidad que le permite trabajar con un estilo que pendula entre el acercamiento absoluto a nuestras fibras y esa distancia que proponen las grandes obras de la literatura, cuya cualidad les permite ayudarnos a mirar nuestra propia existencia desde una nueva perspectiva. Hay, asimismo, en estos cuentos una gran pregunta en torno a la oscuridad de los vínculos familiares y amorosos; con asombro, la cuentista consigue que nos acerquemos a sus personajes con entrega y que hurguemos a partir de ellos en nuestros propios universos.
Un cuentario que ofrece una serie de inquietudes en torno a la enfermedad, a la pérdida, al desamor y al vínculo abrasivo que desarrollamos con otras personas. La vulnerabilidad, la soledad y el deseo son algunos de los temas que atraviesan este mapa de cuentos. La autora, con una mirada punzante, muchas veces irónica pero también cargada de ternura cuando el relato lo exige, consigue con estos cuentos ofrecernos un conjunto de cuentos estrechamente vinculados entre sí y con personajes que nos acompañan una vez hemos terminado la lectura. Un libro fascinante que nos invita a detenernos en las pequeñas grietas de la existencia y a pensarnos de nuevo, esperemos que, mejor.
«No se van a ordenar solas las cosas», de Nuria Labari (Páginas de Espuma)
No se van a ordenar solas las cosas es el libro que ha marcado el regreso de Nuria Labari al cuento, después de varios años, y varias novelas publicadas. Ella, sin embargo, afirma que nunca se ha ido del cuento. Quedándose en el cuento es que ha sabido construir un conjunto de historias que innovan en su forma y proponen una experiencia maravillosa con el lenguaje.
A través de estos cuentos, la autora de El último hombre blanco explora los matices y las contradicciones de la vida y propone numerosas preguntas en torno a las costumbres de la vida contemporánea. Sus personajes están parados en el medio de algo y tienen la capacidad de observar su entorno pudiendo ver más allá de las convenciones, desatando las premisas que determinan cómo deben ser las relaciones humanas. Asimismo, presenta preguntas en torno a las relaciones de poder que van cimentando el orden social y desordena las cosas al poner sobre la mesa los prejuicios sociales.
Algunos de los temas que atraviesan estos cuentos son el desarraigo, la maternidad, la muerte y las complejidades de las relaciones humanas, y lo hace a través de una voz narrativa que fluctúa entre lo melancólico e íntimo y lo irónico. Las historias se presentan como un gran rompecabezas social y emocional, donde podemos apreciar y preguntarnos por aquellas inquietudes que nos habitan. Entre los grandes aciertos de este libro habría que mencionar su gran capacidad para trabajar con la vulnerabilidad desde un nuevo lugar, huyendo de los tópicos y el victimismo, y construyendo una importante pregunta en torno a los mecanismos a través de los cuales se tejen las relaciones familiares y los vínculos amorosos.
No se van a ordenar solas podría presentarse como una gran obra donde se ponen patas arriba todas las certezas que mantienen en equilibrio nuestras vidas, para obligarnos a profundizar en los vasos comunicantes subterfugios que conducen a la oscuridad y que también forman parte de nosotros: una buena manera de plantearnos las preguntas importantes en torno a las relaciones que establecemos con los otros.
«Flotar, pude», de Gabriela Ponce (Candaya)
Gabriela Ponce Padilla ha publicado este año su libro Flotar, pude (Candaya) a través del cual nos presenta un universo íntimo y un conjunto de personajes atravesados por experiencias fuertes, como la pérdida, la soledad, el deseo insatisfecho. Uno de los grandes aciertos de estos cuentos es el tono con el que la autora nos presenta estas historias, donde la memoria vive una tensión entre lo sublime y lo doloroso de la experiencia vital.
Desde el primer cuento nos encontramos con narradoras que están quebradas y se sienten arrolladas por situaciones de desgarro interior que las lleva a pensar en su pasado y a buscar las palabras para contarse. Los escenarios fragmentados, los recuerdos dispersos y la intensidad con la que consigue la autora manejar los relatos hacen de estos cuentos un verdadero disfrute.
En el propio título ya nos encontramos con esa tensión que acompaña todas las historias: entre dejarse caer al vacío o esforzarse mejor por la supervivencia; esta dualidad atraviesa todos los relatos y nos invita a pensar nuestra propia existencia desde un lugar nuevo. El deseo, lejos de ser un elemento decorativo, se convierte en una herramienta para confrontar el dolor y explorar nuevas formas de existir, y para poner la experiencia del cuerpo en el centro de las narraciones.
Flotar, pude es una obra que nos sacude invitándonos a adentrarnos en la tremenda correntada de la vida donde el oleaje puede llegar a tumbarnos o inundar nuestra casa, pero también podemos, en el último instante de desesperación encontrar esa luz que tanta falta nos hace. Destaco también la capacidad de la autora para presentar historias contundentes desde una voz poderosa, que trasciende fronteras y nos invita a reflexionar sobre los vínculos entre el cuerpo, el deseo y la libertad.
«Días de luces y cactus», de Emma Prieto (Eolas Ediciones)
Emma Prieto ha vuelto a hacerlo. Acaba de publicar un nuevo libro de cuentos que es de una belleza impresionante. Días de luces y cactus (Eolas) nos ofrece una serie de historias que pendulan en torno a las luces y las sombras de la existencia. Con increíble acierto Prieto explora diversos aspectos de las relaciones humanas y la forma en la que el paso del tiempo, el resurgimiento de las obsesiones y la necesidad de sentido pueden trastocar el fluir constante de las dinámicas de los vínculos.
El mundo es un lugar hostil. Ésta es una de las primeras certezas que encontramos en cada relato. Los personajes se encuentran empujados contra las cuerdas, absorbidos por la soledad, desesperados por encontrar por una vez la luz en lugar de las espinas tremendas de los cactus. Uno de los rasgos fundamentales que comparten estos cuentos es el trabajo de los escenarios, donde lo real, lo onírico y lo fantástico a veces consiguen fundirse tanto que sales de los cuentos sin saber verdaderamente qué ha ocurrido. Esta habilidad de la autora para llevarnos a territorios oscuros e imprecisos a nivel racional vuelve esta lectura una experiencia hipnótica y pone a prueba nuestra sensibilidad para empatizar con el dolor ajeno.
Como buena poeta, que también es, Emma consigue trabajar con un lenguaje que sin llegar a ser barroco procura aportar a las historias un color y una variedad imaginativa que los enriquece muchísimo. Aunque se apoya en un lenguaje sencillo, hay color, aromas, palabras sorprendentes a cada paso. Esto lo combina con una forma de narrar casi fragmentaria, cosa que acerca estos cuentos a fogonazos pictóricos, ese recurso de la poesía que cuando es bien usado en la narración resulta fabuloso y engrandece las historias.
Estas historias presentan un bello equilibrio entre lo turbio y lo bello de la existencia a través de un lenguaje que siempre tiende a la luz, a la esperanza y ciertas chispas de humor que nos permiten disfrutar de la lectura mientras exploramos nuestro mundo interior y conectamos con las emociones que nos acercan a las experiencias de los otros.
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