Acerca de Bernardo Atxaga

Entre los escritores de mayor renombre en lengua euskera se encuentra Bernardo Atxaga, narrador meticuloso y colorido poeta.

Entre sus obras más conocidas se encuentran las novelas «De la ciudad» y los textos poéticos «Dos Hermanos», «Esos Cielos» y «Poemas & Híbridos».

En la obra de Atxaga nos encontramos con un fuerte hincapié en el mundo interior de los personajes; mundos que cultiva con maestrías, llevándonos a lo más profundo de los abismos personales para hacernos empatizar de una forma única con ellos.

Breve biografía

Bernardo Atxaga nació en Asteasu (Gipuzkoa), el 27 de julio de 1951. Pese a haberse licenciado en Economía, siempre se sintió atraído por el mundo de las letras; más amante de las palabras que de los nombres.

En la década del 80 tomó una decisión que cambiaría su vida para siempre: se entregó sin barreras a la creación literaria. Actualmente forma parte de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia y ha sabido demostrarnos a todos que se puede ser universal escribiendo en euskara, idioma que en la actualidad es hablado por unas 700.000 personas.

La obra de Atxaga ha sido merecedora de múltiples premios entre los que se encuentran el Nacional de Narrativa, el Tres Coronas de los Pirineos Atlánticos, el Premio Cesare Pavese de Poesía y el Premio de la Crítica española, conseguido en cinco ocasiones. Además ha recibido una muy buena crítica tanto en el terriotio español como en el exterior.

La tierra en el lenguaje

Atxaga escribe en euskera, esa lengua que aunque muchos aseguran se está perdiendo permanece viva y radiante. Sus obras han sido traducidas a veinte idiomas otorgándole al autor un claro prestigio dentro y fuera de la frontera española.

Esto puede leerse en el blog del escritor. Posiblemente de eso se trate la escritura, de encontrar un punto de inflexión entre las diversas lenguas hasta adquirir la propia palabra; hasta que las palabras que fluyan de nuestro ser sean diferentes a todo lo nombrado. Al leer a Atxaga esa necesidad de renombrar el mundo a través de un idioma propio se vuelve evidente.

Una lengua nacida en la época de los megalitos, dice Bernardo, que de tan terca sobrevivió ocultándose del foco, pero manteniéndose pura y brillante. Esa lengua que baña de palabras el País Vasco o Euskal Herria, una nación diminuta que nunca pisó los mármoles.

Con una belleza y un uso exacto de la palabra, Bernardo nos acerca a esa nación, a esa tierra bellísima que en cuatro siglos no produjo más que un centenar de libros. Recorrer su tierra cabalgando en su escritura es un regalo magnífico, que nadie debería perderse.

Pasión literaria

El mundo que generalmente se ve dibujado en sus historias lo acompaña desde siempre; desde esa lejana infancia en la que se fascinaba con las historias en las que tenían lugar acontecimientos fantásticos en un entorno verde y montañesco. Y lo ayudarían a crear una geografía imaginaria auténtica e imperdible.

Su primer relato se tituló «Los que anhelamos escribir» y fue publicado por el periódico El Norte de Castilla; por este texto, Bernardo recibió una mención en el Premio Francisco de Cossío y dejo en evidencia su inmensa pasión por la literatura y su deseo persistente de convertirse en escritor.

Lo más reciente

Su última obra «Días de nevada» ha tenido un fantástico recibimiento por parte de la crítica y el público lector.

Es la historia de un escritor vasco que viaja a Estados Unidos, más precisamente, a Nevada. Las páginas de este libro se nutren de imágenes fantásticas, casi fotográficas de la vida de ese personaje, mezcladas con recuerdos y sueños.

Es un ida y vuelta desde el paisaje de la realidad hacia el mundo interior conectado inevitablemente con ese otro paisaje que fue el país vasco. Abrir este libro es como encontrarse con un juego de mamushkas donde una historia lleva a la otra y esa a otra más; como pelar una cebolla con sus múltiples capas donde cada una ofrece nuevas posibilidades de comprensión y otras realidades.

Hace unos días escribía sobre Erwin Quintupill, un poeta mapuche cuya obra se encuentra muy vinculada con el sentir de la tierra. Sin duda, Atxaga es otro autor vinculado a las raíces, cuando éstas no se encuentran unidas a un sistema dominante, sino a la espontaneidad y el latir del terruño.