Hay autores que parecen pasar desapercibidos durante mucho tiempo, como si no les importara el reconocimiento, incluso como si no fuera éste el objetivo de su literatura. Medardo Fraile podría encontrarse en este grupo, cuyo nombre se ha recuperado en los últimos meses a raíz de su fallecimiento, pero que no ha hecho demasiados esfuerzos por llamar la atención de los medios, sí de los lectores, con fascinantes historias, que continuarán acompañándonos desde ahora.
Breve biografía de Fraile
Medardo Fraile nació el 13 de marzo de 1925 en Madrid y falleció el pasado 9 de marzo en Reino Unido. Es uno de los escritores españoles que formaron parte de la que se conoce como «generación del medio siglo» y se destacó como cuentista siendo, junto con Antonio Rodríguez Almodóvar, uno de los principales exponentes del cuento español del siglo pasado.
Desde pequeño se sintió ligado a la literatura, de hecho participó en la fundación de «Arte Nuevo» que fue el primer grupo de teatro de ensayo que surgió en España después de la Guerra Civil, donde conoció a figuras como la de Alfonso Sastre y Alfonso Paso. Más tarde se sintió llamado a la narrativa y abandonó el teatro.
A lo largo de toda su trayectoria publicó un centenar de relatos breves, de los cuales muchos se hacen presentes en antologías de cuento español. Además trabajó como educador, dando cátedra en diversas universidades. Desde el año 1964 se encontraba viviendo en Escocia, donde impartía clases en la Universidad de Strathclyde, Glasgow.
Cuentista extraordinario
Se lo valora sobre todo por su estilo sobrio y su reconstrucción de escenarios realistas enmarcados en circunstancias características; sin embargo, pese a que se le ubica cerca de Almodóvar, un extraordinario cuentista de historias tradicionales, las suyas no se ubican enmarcadas en el arquetipo tradicional.
Los referentes literarios de un autor pueden marcar indudablemente sus elecciones y las formas por las que se decante. En el caso de Fraile, es fiel lector de Ramón Gómez de la Serna, Katherine Mansfield y Carson McCullers.
Entre sus obras más reconocidas podemos mencionar las que recogen relatos como «Descubridor de nada y otros cuentos», «Años de aprendizaje» y «Los brazos invisibles» y la novela «Autobiografía» que también recibe el nombre de «Laberinto de fortuna». Además, es autor de diversos libros de ensayo literario como «La penúltima Inglaterra» y «La letra con sangre: estudios literarios».
Su clara entrega a la narrativa en general y al relato en particular le valieron una gran estima dentro del ámbito literario donde se alababa primordialmente esa modernidad tan presente en sus letras.
Un nombre con luz propia
Así comienza Ángel Zapata la entrevista que le realizó a Medardo hace ya algunos años. Y es que, sin lugar a dudas, Medardo es una referencia obligada para todos aquéllos que desean cultivar el género literario del cuento.
Según Fraile un buen cuento permite experimentar algo inolvidable, aún si después lo olvidamos, porque siempre ese breve tiempo de lectura nos deja algo, como si de un beso se tratara o una despedida o simplemente un encuentro fugaz; es algo muy intenso que nos permite disfrutar de una momentánea felicidad y a la vez, un mínimo grumo de tristeza. Y concluye diciendo:
La construcción de las historias
Para Medardo la vida se encuentra construida a partir de la materia fragmentada de los sueños y al escribir un cuento, el autor consigue cristalizar esos fragmentos de su propia existencia o de vidas ajenas. Indudablemente detenernos en esta forma de entender el cuento y la literatura podría ayudarnos a acercarnos a ese universo exquisito que irriga toda la obra de este autor.
En lo que respecta a la tristeza, que se encuentra tan presente en sus páginas, posiblemente responda a que para Medardo la vida, condenada desde el momento de ser a perecer, puede ser considerada triste; incluso en la raíz de la risa existe un dejo de tristeza, una pérdida y que conseguir que el cuento manifieste ese grado de mortalidad y tristeza es fundamental. Dice:
Los cuentistas de la generación del medio siglo fueron fundamentales para la literatura española porque apostaron por el cuento cuando nadie creía en él, cuando se lo consideraba un género ya casi extinguido y simplemente como un paso para convertirse en novelistas. Pero a partir de esa apuesta, el cuento pudo escalar y convertirse en un género serio y apreciado incluso por la crítica más escéptica.
Entre estos apasionados cuentistas estaba Fraile quien, alguna vez expresó que soñaba con un escribir un relato cuyos únicos elementos existentes fueran la atmósfera y el escenario; donde no hubiera personajes y pudiera contarlo todo teniendo en cuenta sólo el ambiente. Interesante desafío ¿no les parece?
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