Chantal Maillard nació en Bruselas en 1951, y a los 17 años se nacionalizó como española. Es una poetisa de renombre y entre sus obras publicadas se encuentran: «Semillas para un cuerpo», «Bélgica», «La otra orilla», «Poemas a mi muerte», «Conjuros», «Lógica borrosa», «Matar a Platón», y «Notas al margen». Con varias de ellas ha ganado premios de valiosa importancia, que la han llevado a hacerse conocida en el plano internacional. Además, ha escrito una variada colección de ensayos filosóficos y artículos periodísticos, para colaboraciones en importantes medios de comunicación, como lo son «El País» y «ABC».
¿Cómo escribe Chatal?
Al hablar de su proceso creativo y de la forma en la que se conciben sus poemas y ensayos, Chantal explica que es una actividad que requiere un esfuerzo bastante grande, sobre todo en lo que a textos filosóficos se refiere. «La filosofía es esforzada, el poema no ha de serlo. Es preciso des-obturar los conductos, atender, para que advenga».
Explica que la escritura de los ensayos es mucho más compleja que la de poesías. Se tratan de dos horizontes, dos puntos de vista, completamente opuestos, y por ende, la actitud que debe tenerse antes de sentarse a escribir debe serlo también. En lo que a filosofía respecta, es necesario hallar una conclusión partiendo de unas premisas y una argumentación, por eso el trabajo es arduo y requiere de una atención y un esfuerzo bastante grandes. El trabajo al hacer poesía es completamente receptivo y no debe mezclarse con el de un ensayo. «El consejo que daría es que no mezclen, en efecto».
Podriamos decir que la mirada que hace Chantal no es sobre el mundo, sino sobre los ojos que miran el mundo. Sus poemas hacen referencia a cómo las sociedades miramos la vida, y cómo nos adaptamos a ella a lo largo de las generaciones.
Chantal, la mujer, la otra cara de la poetisa
Chantal no se queda callada cuando se trata de expresar ideas políticas. Dice que le parece fantástica la idea que desembocó en el 15-M pero que espera, principalmente, que no nos quedemos en esa instancia, que no se trate tan sólo de un campamento de verano para ociosos, sino que realmente los ciudadanos tomemos las riendas de la vida, para poder decir un día que tenemos lo que nos merecemos sin ruborizarnos.
Además de ser un gran poetisa, Chantal, es capaz de leer sus poemas y sus obras en público con una maestría y unas formas que dejan boquiabiertos a los presentes. Suele decir que le gusta mucho leer, que al hacerlo se siente como un río que lleva sílabas, sonidos que se van expresando solos y que van llenando el ambiente de magia. Afirma que antes que escritora es lectora y que sus poetas favoritos son Santôka, Buson y Beckett.
Entre las ideas poco comunes de esta poetisa podemos rescatar dos imprescindibles: que cada uno se inventa su historia y crea sus acontecimientos importantes, y que todos los seres humanos somos música.
Por un lado, dice:«un acontecimiento es un aroma a la espera de que alguien lo perciba», esto puede entenderse de la siguiente manera. La propia conciencia traza un bucle en un preciso momento del tiempo, y decide etiquetarlo como algo importante en la existencia; esto significa que cada instante cobra vida en nuestra mente y que una misma situación, puede significar instantes o acontecimientos diferentes a cada individuo que las vive. Para que se cree un acontecimiento, es necesario que exista al menos una persona lo suficientemente alerta, como para ser tocado por esa situación y ponerle un nombre.
Con respecto a la música, otra de las firmes certezas que tiene Chantal es, que los seres humanos somos música por el hecho de que podemos interpretarnos, y lo hacemos continuamente. La música surge de nosotros y, en su experiencia personal, le resulta difícil escuchar música exterior, porque su presencia genera que se perturbe generalmente, la música de su interior, la suya.
Chantal y la infancia
Esta mujer está convencida de que si le concedieran un deseo, el que fuera, escogería volver a esa etapa primera de la vida, a la infancia, al momento anterior a cometer su primer error. Y la mejor forma de encontrarnos con ese momento de su historia, es a través de la lectura de «Bélgica«. Allí Chantal, presenta un camino de regreso a ese estadio primero que es la infancia, a la inocencia anterior a cualquier juicio, cuando el gozo era posible, gracias a la ignorancia de la tristeza y la conciencia de las miserias que gobiernan la vida de las personas. Esta obra es una colección de poemas que la llevan a ese espacio de su vida donde la muerte no existía, donde parecía que todos fuésemos inmortales, perennes.
Chantal escribe que hay que escribir para poder perdonar y ser perdonada y al hablar de esto explica que la mirada ajena le produce malestar y miedo, pues los seres humanos, miran juzgando. Entonces, escribir la ayuda a buscar el perdón, la comprensión sin tener que ver esas miradas, que sabe que están ahí, llenas de prejuicios y condena. «Es una mirada que enjuicia compara, elabora, crea al otro. No me gusta sentirme otra: el otro siempre está sólo».
Quizás comparable con este deseo de retorno es su poema «Escribir», que forma parte de «Matar a Platón». Allí podemos leer «escribir/para confundir las palabras/ y que las cosas aparezcan». Decir esto es como decir, partir de cero, desarrollar nuevamente el concepto, según Chantal. Porque en las teorías ya formuladas las cosas se hallan congeladas y para poder reformularlas es necesario olvidar o confundir las palabras, para volver a nombrarlas y sentirlas como nuevas.
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