Para el escritor Manuel Rivas los autores tienen dos tareas fundamentales en su vida: escribir y andar, y para realizar su trabajo se encuentra en su casa de la Coruña y en esa soledad escribe.
Rivas asegura que si tuviera que escoger un sitio donde escapar del ruido y de la vida monótona de las ciudades, a diferencia de lo que otros elegirían (el medio de la montaña o una isla desierta), él optaría por una pequeña sala del Museo del Prado, donde hay cuadros de Corot, Degas o De Nittis. Posiblemente esta alternativa de encontrarse con un espacio así, tenga que ver con esa búsqueda constante del escritor que prefiere para trabajar lugares íntimos, sencillos y solitarios.
El refugio de Manuel Rivas
El lugar donde vive Rivas es un piso alto cerca del centro de A Coruña, que más que una casa es un refugio, con rincones íntimos y objetos muy personales; sin embargo, la necesidad de un hogar así no impide que el autor también se haya atrevido a conocer otros lugares y otras realidades sociales. En su espacio Rivas tiene libros, maletas, objetos, fotos, dibujos, conchas marinas…en verdad parece el camarote de un barco.
Está convencido de ello y también de que cada escritor encuentra la inspiración en cosas diferentes, algunos lo hacen como lo afirma el tópico del escritor, en la naturaleza y el contacto con otras personas, él en cambio necesita estar solo, en contacto consigo mismo, en un mínimo espacio donde se sienta a gusto, de ese modo surgen sus historias.
Un escritor fetichista
La tenacidad y la pasión por la escritura son dos cosas que distinguen a Manuel, que lo convierten en un indiscutible luchador de pluma y papel. Es un hombre que ha sabido familiarizarse con las nuevas tecnologías pero que, sin embargo, continúa utilizando viejas herramientas, y confiesa que es un poco fetichista. Dice que de la máquina de escribir le gusta la resistencia que ofrecen las teclas a los dedos y por eso cada tanto la necesita, sobre todo para escribir poesía.
Manuel Rivas es además un convencido activista que no deja sin decir nada de lo que piensa y que lucha por aquellas causas que considera imprescindibles y justas. Él, desde su trabajo de escritor ha creado su «espacio de lucha» y, una de las cosas más fantásticas, es que no le teme a la página en blanco, que considera que ella es al autor, como cada rival para un boxeador, al que se abraza pese a haber recibido de su parte duros golpes.
Novelas gallegas
El estilo de Rivas no es autoritario ni demasiado afirmativo, más bien es humilde y preguntón, lleno de interrogantes e impregnado del dolor y la historia de su tierra natal, de su sufrido pueblo gallego.
En sus novelas, poemas y cuentos, Manuel da vida a personajes emigrantes, hombres y mujeres perseguidos, viajeros incansables y personas nómadas. En su obra puede encontrarse la historia de su pueblo, sus dolencias y sus costumbres, es un hombre que más que olvidar de donde viene, sale de allí para entregar al mundo ese universo que le es ajeno, para mostrar una realidad que afuera se ignora, y para reivindicar sus raíces y su amor por ese terruño.
Entre los libros que se han hecho más conocidos se encuentran: «Un millón de vacas», «Los comedores de patatas», «Toxos y flores», «En salvaje compañía», «¿Qué me quieres, amor?» y «Las llamadas perdidas».
La dictadura en la obra de Manuel Rivas
Es necesario mencionar que Manuel como novelista ha intentado expresar lo nefasto que el régimen franquista fue para España. Según el autor, pese a que se ha dicho mucho de esta época, aún siguen saliendo libros y novelas de este período porque queda mucho por decir, que hay una sensación de vacío que los escritores necesitan manifestar en sus obras. Asegura que se siguen escribiendo obras porque el de la guerra es un escenario límite, y esto para la literatura es sumamente interesante.
Manuel Rivas está convencido de que la necesidad de escribir acerca de la dictadura viene porque los que tuvieron que vivirla sienten que durante esa época algo se les robó, no se les permitió vivir libremente, se les quitó una parte de su existencia. Se trata de un escenario muy extremo que conmueve y que ha hecho mucho daño. Además al hablar de la dictadura franquista en particular, se puede hablar de ella como una metáfora de todas las guerras, de esos organizados mecanismos de generar odio, de la suspensión de las conciencias y de la vida en general en pos de un acto de barbarie.
Escribir acerca de la guerra no es intentar tomar revancha con la historia, sino hablar de la actualidad, porque actos que llevaron a la dictadura de Franco podemos verlos a diario a nuestro alrededor y tenemos que denunciarlos.
Además estar en contacto con los sufrimientos de pueblos enteros te ayuda al descubrimiento de las cosas que pasan en el mundo y cuestionarte el ciclo de la historia.
Los orígenes de Rivas
Los comienzos de Manuel Rivas estuvieron marcados por la raíz literaria de su entorno, por esos poemas y cuentos que su madre le contaba de niño, que contaban ñas hazañas y las tragedias de su pueblo. Comenzó escribiendo poesías sumamente sentimentales y románticas.
Al principio asegura que escribía en gallego porque la sentía como una lengua prohibida, y eso le generaba mucha atracción, con el correr de los años se aferró a ella porque la sintió muy suya y hermosa, y contra lo que se creía que era una lengua de ignorantes, convencido de sus riquezas intentó fortalecer su vínculo con cada una de las palabras gallegas.
Indudablemente supo hacerlo magníficamente pues hoy en día, Manuel Rivas, es un referente imprescindible de la cultura gallega y de sus luchas, y es uno de los escritores españoles más reconocidos fuera del territorio peninsular.
Comentarios1
Creo, sí, no me falla la memoria, que he leído, "El lapiz del carpintero" y me ha gustado mucho su forma de escrbir, me ha parecido secilla y amena.
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