Alejandro Gándara: consejos de escritores consagrados

Hoy en nuestro ciclo «Consejos de escritores consagrados» hablaremos de un autor nacido en Santander en 1957, Alejandro Gándara, autor de «Ciegas esperanzas» y «Cristales«, entre otras fabulosas obras. Como lo hemos hecho en las entregas anteriores, presentamos algunos consejos que este distinguido autor pone a disposición de aquellos que aman las letras y desean crecer en el arte de escribir.

Escritores de relatos breves

Para Gándara el cuento puede describirse como el género de la brevedad, donde determinada realidad compleja es resumida y presentada de una forma corta pero interesante. El trabajo del escritor no se trata simplemente de realizar un relato breve, sino de hacerlo utilizando un lenguaje poético, para lo cual es necesario contar con un chispazo iluminador (imaginación), una especie de visión a través de la cual se percibe la realidad y se manifiesta. En esa imaginación debe primar la sintético sobre lo detallista y lo extenso. Dice:

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Recomienda realizar un ejercicio para tener noción de aquellas impresiones que se nos fijan a lo largo de todo un día, y encontrar las razones por las que recordamos la cara de una persona en la calle, el olor de un lugar, determinadas palabras oídas al azar, la figura de una persona con la que nos hemos encontrado durante nuestro día y que se nos ha quedado dando vueltas por la cabeza. Es fundamental estudiar por qué percibimos determinadas cosas y a la vez entendamos de qué modo mirar el mundo, sabiendo mejor qué cosas llaman nuestra atención y predisponiéndonos mejor a la hora de percibir nuestro entorno.

Asegura que todo relato breve consiste en un juego de exploración, para el cual es fundamental tener en cuenta ciertas reglas para no perder el rumbo. Se trata de a partir de un rayo de iluminación (inspiración) desarrollar la historia que va aflorando de nuestro interior, pensando solamente en una cosa, en no perder el núcleo de vista, el punto de partida.

Algo absolutamente interesante que dice Gándara con respecto al cuento es que, a diferencia de lo que ocurre con un autor de novela, en el cuento el autor puede llegar a conocer bastante poco sobre los personajes o incluso la historia en sí, mientras que el novelista llega a tener un dominio y un conocimiento sobre la historia muy profundo. Y dice:

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Podría ayudarnos esto a entender que es difícil acceder al universo real de un autor de cuentos o relatos breves, mientras que con los novelistas la mejor forma de conocerlos es leyendo lo que hayan escrito. Para Gándara la percepción de la escritura en un cuentista puede asemejarse a la de un poeta, donde la imaginación juega un papel fundamental. La obra puede estar cargada de sentimientos y expresar claramente las emociones del autor, sin embargo al carecer de la lógica obligatoria en toda novela, permite una diversidad de interpretaciones que terminan alejando a la obra del propio escritor.

Acerca de la verosimilitud

Al hablar de la verosimilitud de un relato Gándara expresa que no consiste en conseguir que el lector se convenza de que los hechos y personajes pertenecen a la realidad externa, pudiendo abrir la puerta de su casa y encontrarse con ellos, sino de que se sumerja en esa realidad alternativa que es muy diferente. Es decir que al leer, creemos la realidad que nos plantea la narración pero no considerándola parte de nuestra realidad externa, sino pensándonos dentro de esa realidad ficticia.

Para conseguir este objetivo, el autor debe atenerse a ciertas estructuras, pautadas por él pero que sean verosímiles. Es decir que dentro de la historia todo debe tener un sentido. Si se habla de dios como de un ser omnipotente, entonces nada puede hacerle daño, y en el caso de que algo lo haga deben explicarse las razones, de modo que el lector vea que hay coherencia y no se vaya de la ficción.

Porque cuando algo no resulta verosímil en una obra lo normal es que nos vayamos de ella, por eso lo que todo lector espera de una obra es rigor y coherencia los cuales se consiguen dominando las herramientas y acatando ciertas reglas. El autor es dios, todo lo que desee es posible en su obra, pero es imprescindible que todo tenga un sentido y responda a esas reglas de las que hablábamos antes.

De los personajes

Por último hablaremos de la visión que tiene Gándara con respecto a la construcción de los personajes, y los tipos de ellos que pueden existir; los cuales arrastrarán un conflicto que afectará de un modo u otro la realidad de ese mundo que se muestra en la ficción.

Observa que existen dos tipos de personajes, extraordinarios o complejos.

En el primer tipo se incluyen aquellos seres que poseen características psicológicas o físicas que los vuelven seres extraordinarios. Son los encargados de guiar el curso de las acciones; poseen una fuerza inigualable ya sea física o mental. Podemos mencionar a Aquiles, Virgilio o incluso Batman. En este tipo de historias los personajes realizan un descubrimiento externo, no sobre sí mismos sino sobre la realidad que los rodea, resolviendo conflictos o encontrando la solución a problemas que parecían irresolubles.

El segundo tipo, el más común en la literatura contemporánea donde las historias con héroes superpoderosos ya no tiene cabida, son personajes comunes y corrientes, individuos que a simple vista parecen comunes pero que revelan su anormalidad a lo largo de la historia. El autor muestra aspectos ocultos y muchas veces hasta monstruosos de estos personajes, los cuales se desencadenan a partir de un problema determinado, despido laboral, ruptura amorosa, encuentro inesperado, pueden ser alguno de los desencadenantes.

En lo que respecta a la construcción de cada uno de estos personajes, Gándara expresa que en el primer caso es el resultado de la concepción que el propio autor tenga del mundo y del tipo de denuncia que desee hacer; por ejemplo si piensa que el mundo está loco, construir un personaje que esté absolutamente desquiciado (léase Don Quijote) para demostrar a través de él que el mundo está más loco que él.

El segundo tipo es de construcción más compleja ya que se trata de encontrar un individuo normal que oculte algo y que por una razón determinada se transforme, pero los cambios deben ser justificados. Además es imprescindible que el personaje se encuentre bien dotado para la acción que se le da en el relato porque de lo contrario, las posibilidades de conseguir una obra verosímil es casi nula.

La afectividad de dicho personaje evolucionará a lo largo de la historia y de acuerdo a la fuerza que en él siembre el autor, cada lector podrá identificarse con él a lo largo de las diferentes etapas. Y concluye «En resumen, mal construido el personaje, relato imposible».

Dicho todo esto nos despedimos hasta el próximo martes. Si te ha gustado este artículo, no dejes de leer los anteriores de este mismo ciclo, donde hemos hablado de Cortázar, Quiroga, Poe, Conrad y Baudelaire.

Comentarios1

  • el angel solitario

    me encantan tus pots, buenos consejos de un gran escritor

    gracias



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